55. Un matrimonio cualquiera.
"Se
asegura que la puerta quede bien cerrada y lleva la última bolsa al coche.
—Siempre igual—, se queja Pedro— para una semana tanto equipaje, — ¡el
día que me harte!
Y ella se coloca ya el cinturón de seguridad y disimula entre sus
piernas un neceser. Sabe que es mejor callar.
Son cinco horas las que les separan del apartamento en la playa.
Van, desde hace poco, una semana al mes, el trabajo de Pedro, ya
parcialmente jubilado, se lo permite.
Antes iban sólo en vacaciones de verano o algún puente largo. Con los
chicos.
Antes era diferente.
Los hijos llenaban de ruido y vida los rincones de la casa, anulando las
sombras.
Hacen una parada a mitad de camino para tomar un café y estirar las
piernas.
Cuando llegan a su destino, antes de torcer la última esquina y enfilar
al aparcamiento, Pedro, siempre, rompe el silencio: — Hay que comer fuera o
llevas comida, — amenaza.
—Llevo— contesta la mujer.
Instantes después entran en el pequeño salón apartando, a su paso, cortinas de
tedio y tristeza".
¿Os ha gustado?
Que no os pasé ná.
Disfrutad de este martes irrepetible.
¿Os ha gustado?
Que no os pasé ná.
Disfrutad de este martes irrepetible.
La vida, tal cual.
ResponderEliminarMC
Tan triste, a veces. Besotes alegres.
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