martes, 29 de mayo de 2018

Presentación de la novela El susurro de la caracola, de Máxim Huerta.





Buenas tardes.

   “El azar entra subido en una apisonadora sobre los sentimientos, te destroza el jardín y se gira a mirar cómo lo ha dejado”, esta frase de la novela de Máxim_Huerta, Que sea la última vez, es una de las primeras que he subrayado de sus libros. Tengo muchas subrayadas.
   Otra: “Y cuando eres libre, siempre quieres más”, dice en Una tienda en París.
   París, siempre París. Nuestro invitado tiene una inclinación personal y curativa con la ciudad de la luz. La conoce y la vive. Acude a ella para que le recuerde, como la magdalena de Proust, los olores que traían sus tías entre los pliegues de la ropa de aquel horizonte.

  Pero su infancia fue un patio de Utiel en el que había gatos y un rosal gigante, un pasillo circular que le imponía y un espejo en la entrada que le confirmaba su llegada.
   Estudió periodismo en Valencia y diseño gráfico en Madrid. Ha sido editor y presentador de informativos y magazines. Colabora en varias publicaciones, fue galardonado con el Premio Primavera de Novela por La noche soñada y escribe guiones para teatro y relatos ilustrados.
   Máxim cree que sus historias son casi verdad, porque, como dice Ana_María_Matute, la hoja de ruta literaria de nuestro escritor: “El mundo hay que fabricárselo uno mismo, hay que crear peldaños que te suban, que te saquen del pozo. Hay que inventar la vida porque acaba siendo verdad” y Máxim hace de cada miedo una historia.

Por ahora son:

Que sea la última vez, su primera novela, con la que ya salió por la puerta grande.
El susurro de la caracola, que hemos leído durante el curso.
Una tienda en París
La noche soñada
No me dejes
La parte escondida del iceberg
Firmamento
El escritor, relato breve
Mi lugar en el mundo eres tú, precioso libro de viajes
y el cuento Elsa y el mar.
   He tenido el placer de leerlos todos. Me he dado un banquete de sueños y de poesía, porque todos sus libros me han parecido poemarios, realismo mágico, prosa poética, ambrosía. La obra de un escritor sensible, un voyeur, con un archivo de imágenes de la vida, que seguro todos tenemos pero del que no encontramos la llave. Él la lleva colgada siempre del cuello y abre la puerta cuando le place.
   “Quién no ha sido besado en una de esas lluviosas tardes parisinas nunca ha sido besado”, dijo Woody_Allen y a Máxim le gusta la lluvia, las tardes, callejear por París, la primera persona del plural, besar y ser amado.
   A Máxim le gusta el silencio, volar, escribir, escuchar, callar cuando es preciso ausentarse, pasear y entrar descalzo a casa.
   Es periodista y escritor, o al revés, le gusta el teatro, el dibujo y la fotografía. Autor de obras de teatro, voyeur, sé que ya lo he dicho antes, pero lo ratifico, culto y melancólico.
«Al señor Dominique Brulé le gusta llegar de noche a su establecimiento. Siempre cierra los ojos antes de encender las luces y abrir la persiana, se comunica en silencio con todas las plantas y les da un tiempo prudencial para que se coloquen, porque imagina que han estado toda la noche mezclándose unas con otras y él espera a que vuelvan a estar en sus jarrones de agua limpia cuando da al interruptor. Nunca las pilla en movimiento, un día sucederá.
Cuando inauguró la tienda pensó encerrarse y dejarse morir, pero al ver que las tímidas siemprevivas sobrevivían sin agua después de semanas sin atención alguna y presas del olvido en la oscuridad de su duelo, se dio cuenta que él también podría vivir sin su amor».
   Éste párrafo pertenece a la novela “No me dejes”. Pura magia. Sinestesia. Y tengo, como ya os he dicho, muchos párrafos y frases más subrayados en todos sus libros.
  Os recomiendo acompañar este verano con las otras novelas de Máxim, para oír con nitidez los susurros de las caracolas, para recordar lo que, posiblemente, hayamos olvidado, para viajar aún más lejos.
  “Todos los viajes tienen destinos secretos sobre los que el viajero nada sabe”, viajar es quedarte sin palabras y luego convertirte en narrador.

   He dejado la novela que hemos leído en las clases, El susurro de la caracola, para el final, para que nuestro autor nos hable de ella, cuando hagamos sonar la campana verde, por el poema de Neruda, que nos cuente las ciento diecisiete curvas que tuvo que recorrer para pergeñarla, para que nos revele su secreto. Para que le preguntéis.

Máxim, la gente guapa de la U.P.L. y Leganés, Te adora y, en esta hora del amor, nos gustará escuchar sobre lo que esperas de la vida, cuándo subes el volumen de la música, si has llegado ya a Ítaca y si, como Odette_Toulemonde, te has sentado  en una esquina de la luna.
   Leer tus novelas y preparar esta presentación, me ha procurado un placer de  tonos verdosos, ese color de vitalidad que tienen las películas que te gustan.
   Máxim tiene un destino de película, le gusta el vino tinto, colecciona muñecos Ken, bolas de cristal y caracolas y, si le preguntásemos por qué escribe así, seguro que nos diría, como Ángeles Alarcón: por amor.
 
 Gracias. Te escuchamos.













(Texto que leí en la presentación de Máxim Huerta, con motivo del Libro-Fórum, de la Universidad Popular de Leganés).
Centro cívico José Saramago
Martes, 29 de mayo 2018.
Ya tenemos aquí a la primavera.
Y desde los primeros días de junio, Máxim_Huerta, ministro de Cultura y Deporte. Le deseamos suerte. Enhorabuena

sábado, 19 de mayo de 2018

Presentaciones en sociedad.




  Te lo digo con tiempo. Sí, a ti. Que me haces falta. Que te espero en esos encuentros entrañables con los libros, con las historias, con las firmas, con el disfrute de charlar sobre todo. Que te necesito.

   Si quieres conocer el secreto de Matilde, cómo conocí a Yamal, el oficio de vivir, la locura de la belleza, el último viaje de mi amiga, la sospecha de Ramón o las ínfulas de Pilila, te invito a las presentaciones que haré en los próximos días de mi Galería de trampantojos.


   Y si aún no tienes mi membrillero o los besos de nitroglicerina en el corazón al alcance de la mano, también hablaremos de ellos. Ya sabes que la poesía todo lo cura. Todo.



    Te lo digo con tiempo. Para que eches tus cuentas.
   Nos vemos el próximo viernes 25, a las 19,30 h., en mi casa cultural de Castilla-La Mancha, en el parque de la Chopera,  de Leganés y dando comienzo a nuestra Semana Cultural. Entrada libre.
   El domingo 27 a partir de las 18,30 h.  en la XXXIII Feria del Libro de Fuenlabrada. Parque de la Fuente.  Caseta 33
   Y el jueves 14 de junio en la Libre de Barrio, calle Villaverde, 4 en el centro de Leganés. Entrada libre.

   Estaremos tan agustito y ahora sí, de verdad, si vais, me quitaré el sombrero.

Un abrazo amigos. Ahí seguimos.

domingo, 13 de mayo de 2018

De cuando era amor.




Hay muchos álamos en la avenida.
Puedo escribir los versos más tristes.

Apenas amaneció salí a pasear con mi perro.
Me oprimían en el pecho
las ansias del recuerdo.
Me asfixia la noche.
Me ahogaba la ausencia de tus manos,
de tu aliento en mi nuca ofrecida,
la falta de tu mirada lasciva.
¿Has oído alguna vez lo que cuentan los álamos?
¿Su conversación susurrante y antigua?
¿El lamento de sus hojas? 
¿El balanceo insinuante de sus ramas?
Hay muchos álamos en la avenida.
Y chopos y castaños y algún olivo menudo.
Al fondo, un ciprés.
Como acompañándome en el duelo.
Mi perro se detiene ante una flor amarilla,
señera y valiente.
Mi perro me señala el milagro. 
Yo sigo mirando el ciprés altivo. 
Su acusación.
Los álamos me hablan. 
Mi perro se ovilla entre mis piernas
con una flor en la boca.
El viento se vuelve poderoso. 
Aúlla un sollozo.
Una pérdida.
Tus manos.
Ay, tus manos.





*Cuadro de Vincent van Gogh
Camino con ciprés bajo cielo estrellado.

lunes, 7 de mayo de 2018

De ansias y sosiegos.




El 6 de diciembre murió mi madre. Al día siguiente, después del entierro, en la puerta del cementerio, mi nuera tuvo dolores de parto.
   El día 8 nació mi primer nieto, Eneko.
   El 27 del mismo mes, vino al mundo mi nieta, Martina.
   Al cabo de pocos días, mi tío Sebastián, revolviendo en un viejo baúl del desván de su casa, descubrió unos diarios. Tres cuadernos de tapas verdosas llenos de una letra picuda y apretada. Con la firma de mi bisabuela Eloísa.
   Todos creíamos que era analfabeta.
   Después de leerlos ha creído que debía tenerlos yo.
   Hoy, ya febrero, ha venido a traerlos. Me ha recomendado, con un cariñoso abrazo, que los lea con calma. Regresa a Caracas en unos días.
   Tengo delante una taza de café demasiado caliente. A mi lado, Chewie, mi pomerania, duerme apoyado en mi pierna. Estoy leyendo los diarios de mi bisabuela.
  Descubriendo.

  El café ha dejado de humear, mi perro hace rato que se ha ido a deambular por los pasillos. 
  Y yo ando perdida por unos senderos que desconocía que hubieran existido.

   Este es el comienzo de la nueva novela que Asiole va a escribir.
   Andaba últimamente algo perdida, han sido muchas emociones en poco tiempo y, aunque ella tiene su vida llenita de contratiempos y épocas oscuras, o sea que está curtida a base de bien,  no entiende la extrema sensibilidad que la envuelve ahora.
  Tiene 63 años, tres hijos, un marido, un perro, tiempo para hacer lo que siempre ha querido y buena salud. Es alegre y lleva sombrero.

   Asiole tiene publicados dos poemarios y un libro de relatos que están gustando mucho, está relativamente satisfecha, ha sido abuela, tal y como cuenta un poco más arriba y vive en una ciudad verde y soleada, que la conoce y quiere.
    Está rodeada de amigos sinceros y gente guapa.
   Dirige unos talleres de escritura creativa, clases de alfabetización a mayores y lee todo lo que pilla. A todas horas.
    Camina a diario con sus zapatillas de huir y abraza todos los árboles que se lo piden.
    Asiole duerme mal.
   En las largas noches de insomnio pergeña poemas, escucha la radio, dibuja, pasea por el salón como alma en pena, toma un culito de whisky y le cuenta a su perro el comienzo de la novela y versos largos.
   Podríamos decir que Asiole es feliz.
   Pero nuestra amiga ha contraído hace ya casi un año una doble enfermedad: el miedo y la tristeza.
   Vamos a ver tontorrona, se dice nuestra escritora, mirándose al espejo del cuarto de baño, ¿pero, qué te pasa, a estas alturas de la película?
   Y le pasa, lo sé, porque la conozco bien, que tiene miedo al paso del tiempo, que cree que se le ha quedado algo, mucho, en el camino; que no le va a dar la vida que le queda para todo lo que desea; que teme que la novela no avance, que le faltan muchos vinos por probar, libros que leer, países que recorrer y miradas con las que cruzarse.
   Le pasa que ahora, con la madre muerta, es ella la que ha dado un paso al frente y la que tiene en sus manos el timón del futuro y de su gente, que ya no le queda nadie detrás para apoyarse. Que les quedaron a las dos conversaciones pendientes.
   Y Asiole, escribe. Escribe esa novela de la que conocemos el comienzo y que espera acabar antes de cumplir los 64.
   Además escribe historias en las que conversa con su madre, en las que su marido es diplomático y viajan constantemente, de un paisaje a otro; que se baña en varias aguas, siempre diferentes, tal y como vaticinó Heráclito; que su marido la hace reír; que le sobreviene una aventura; que contempla, desde algún porche de alguna cabaña, de algún bosque, la otra cara de la luna, escribe…
   Mira a su marido dormir plácidamente, todos los días, en el sillón amarillo de la sala, le contempla dormir despreocupado por las noches durante ocho interminables horas, le ve dormitar antes de la comida y después del café, a media mañana.
   Ella no puede.

   Un día, cuando despertó Julio de una de esas duermevelas, entre cabezada y cabezada, nuestra amiga Asiole le miro y le dijo muy lentamente: Cuando uno de los dos muera, yo me voy a ir a Italia.
   Esta reflexión le vino de recordar un cuento breve de la Mastretta y le salió de corrido.

   Y fue entonces cuando Asiole se recostó en el sillón de flores diminutas, se acomodó en la espalda un par de cojines granates, cerró los ojos y notó, no me lo supo explicar bien, cómo, de repente, se le escapó el miedo por alguna esquina del salón y le sobrevino la alegría.



*Foto de la poeta y fotógrafa Teresa Sánchez Laguna.