viernes, 29 de diciembre de 2017

Las aventuras de Martina y Eneko.





      Martina y Eneko son primos.
     Martina y Eneko sonríen siempre y les gustan mucho los cuentos de dragones y princesas. Y los de nubes y bosques.
     Y los de brujitas y caballos voladores.
     A Eneko y Martina les gustan todos los cuentos.

     Tienen unos papás lindos, una habitación enorme con estrellas en el techo y unos tíos que los quieren mucho.

     Y tienen los dos unos ojos del color de las noches mágicas.

     Martina y Eneko tienen una abuela poeta, que llegó deprisa del país del olvido cuando se enteró que venían de camino.

     Cuando llegaron, ya les esperaba ella con un libro lleno de misterios y magia, con la varita de la felicidad y con una bolsa cargada de recuerdos.

     Y con un camino largo y tranquilo por el que realizar juntos todos los sueños.



(En este mes hermoso en el que, la llegada de mis dos nietos, Eneko y Martina, me ha tatuado una sonrisa perpetua).



*Imágenes tomadas de la red.

lunes, 25 de diciembre de 2017

Poema último.




Mi madre ha muerto.

Ha dejado su silla vacía
y suelto el timón de la nave.
Yo he tenido que dar un paso al frente
para ocupar su lugar.
Ahora soy ella,
la mano que cierra las puertas con sigilo
y mantiene la cama limpia
para el cansado.
La que vigila el lazo, tan frágil,
que anuda las miradas
y las manos extendidas.
La que oculta un desaire
y realza el valor de su tropa.
La que finge fortaleza
y espera algún beso rezagado,
un abrazo caliente y espontáneo.
Tomo el timón con temor de novata,
recordando las instrucciones de ruta,
dónde están los escollos y las aguas bravas,
para que la nave surque  los mares en calma,
capeando, achicando,
guardando,  sin que se note,
en la sentina,
las  mañanas frías y las noches de tormenta,
manteniendo a flote
la barquita heredada.

Mi madre ha muerto.

He dado un paso al frente.
Ahora soy la primera en la línea.
Detrás, todos los que somos,
los que vendrán,
los que fueron,
todos.
El viento se cuela entre las velas
de todos los jueves,
y, aunque la vida sigue, ajena a los bandazos,
el timón está firme.
La cama limpia.
La puerta siempre abierta.

Otra travesía comienza.
Todos a sus puestos.

Sin perder de vista el faro

ni el  horizonte.



Remedios Castro (1928-2017)