35. Poema del miércoles.
Ayer fue un día feo, oscuro, traidor.
Hoy, acobardada, sólo espero que de la cara. Verle venir.
Me pongo a escribir y sólo me sale al encuentro un poema cuando me miro las entrañas.
Ayer fue un día feo, oscuro, traidor.
Hoy, acobardada, sólo espero que de la cara. Verle venir.
Me pongo a escribir y sólo me sale al encuentro un poema cuando me miro las entrañas.
Trasiega la
tarde
las miradas a
su antojo.
El frío se
cuelga de las pestañas
disuadiendo
metas
y esquinas
alejadas.
Las manos se
avergüenzan
de los dedos
inservibles
y los cuellos
retroceden
entre
toboganes de lana
de colores
oscuros y densos.
Trasiega la
tarde
las virutas
de vida descuidada,
se arremolinan en plazas
desnudas y ateridas,
dando vueltas
inútiles,
esperando.
El frío se
enfurece a ratos,
levanta muros
y los cuellos
se hunden un poco más,
temerosos.
Huele el aire
a desamparo
y los pasos
se dirigen al origen,
al abrigo del
puchero humeante,
a los ojos de
siempre.
Trasiega la
tarde,
decae
y murmura a
nuestra espalda.
Murmura.
"A veces las sonrisas frenan lágrimas de piedra. Respira, respira, hoy más que nunca, la lluvia debe calar, porque limpia y, a la vez, abona".
Esto me susurró al oído ayer una amiga escritora.
Va por tí el poema.
Ya te contaré, en nuestro encuentro con las palabras, que todo ha sido un sueño.
Ya sabes que, a veces, miento.
Vendrán días amigos, claros y bonitos. Se te llenarán las manos, tanto, que no podrás cerrarlas, Allí estaré uniéndolas con un lazo de cariño y recordarás momentos ya pasados que se solaparán por la abundancia que colmarán tus palmas. Besos, amiga.
ResponderEliminarBesos. Ya lo sé. Pero...
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