34. El vértigo del carrusel.
Llueve.
Me gusta.
Debido a los constantes
compromisos de los últimos días, semanas, al vértigo del carrusel, necesito
parar un instante.
Respirar. Pensar.
Hacer un alto en el camino.
Me he duchado. Me he untado
toda, enterita, de una buena crema y me he envuelto en un albornoz grande y
gozoso.
Con un café y un fondo de
música suavita, miro por la ventana. Me demoro en las lágrimas que resbalan por
los cristales, en el diluvio del parque.
Me voy a conceder una hora.
Una hora para mí.
También me acompaña,
temblona, una vela olorosa y panzuda.
Mi perro dormita en el sofá.
Y sonríe.
La vida me trata bien.
Pienso.
Pero hace mucho que no me da
un revolcón de gozo, de risa loca, de éxtasis.
Hace mucho tiempo y yo
dispongo de poco.
Tan poco que cada vez oigo
más nítidos y retumbantes los cascos de la vida que se alejan. El galope del
final. La vuelta de la esquina.
Y yo, que soy de tejido
práctico, realismo puro, de no esperar ascensores, escucho gritos detrás de la
oreja pidiendo nubes, globos de colores, piñatas reventonas, luces
deslumbrantes.
La música ha terminado.
La lluvia continúa. Se ha adueñado de la mañana. Mi hora se acaba.
La lluvia continúa. Se ha adueñado de la mañana. Mi hora se acaba.
Debo comenzar.
"No os digo la verdad", os decía en un poema antiguo...
Os saludo con una sonrisa
todos los días
y los domingos os cuento una
historia
con final feliz.
Me visto de colores
estridentes
para ocultar el neopreno de
tristeza
que me oprime la cintura.
Si me veis,
seguidme la corriente.
Pero ya lo sabéis:
A veces miento".
La vida me trata bien.
Pero hace mucho que no me da
un revolcón de gozo, de risa loca, de éxtasis.
Ha dejado de llover.
("La música ha acabado. La lluvia y las lágrimas se han adueñado de la mañana. No os digo la verdad. Ocultar la tristeza. A veces miento. Un vela blanquita y temblorosa". Esta entrada, mi vida, va dedicada a ti, que te quedaste en algún recodo del camino y no has podido llegar a casa.
Pero eres nuestra, ya nos perteneces. Para siempre. Princesa).
("La música ha acabado. La lluvia y las lágrimas se han adueñado de la mañana. No os digo la verdad. Ocultar la tristeza. A veces miento. Un vela blanquita y temblorosa". Esta entrada, mi vida, va dedicada a ti, que te quedaste en algún recodo del camino y no has podido llegar a casa.
Pero eres nuestra, ya nos perteneces. Para siempre. Princesa).
"¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
ResponderEliminarquiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar."
Un abrazo amiga. Y esas cervezas?
EliminarEloísa, ay, Eloísa...
ResponderEliminarUn saludo y un agradecimiento Café Gadir. Y un abrazo para los tripulantes de ese barco. Nos vemos.
EliminarEloísa, ay, Eloísa...
ResponderEliminarAy, Mari Carmen, mi princesa, cómo me ha cambiado el rumbo de mis velas. Se ha perdido en el viento...
ResponderEliminarMuchas gracias Elo! Te quiero mucho!!
ResponderEliminarGracias a ti. Y aquí nos tienes. Para todo. Un beso.
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