jueves, 27 de enero de 2022

Detenerme

     Tu mano diciéndome adiós desde la puerta de la alcoba, que te vas a acostar, me dices, que si me queda mucho para acabar el poema. Levanto los ojos del pudor de la incógnita y te miro sin verte, te lanzo una metáfora o quizá fue el final de un verso alejandrino, no recuerdo, no recuerdo bien, sólo tu figura diluyéndose en el filo de la medianoche, en esa frontera de cambio, en la hora oscura en la que la duda se escarcha y se clava en el costado.

A través de los cristales, húmedos de noche, veo todos los pájaros quietos, inservibles. No hay estrellas. Qué escalofrío de pérdida, qué dolor de acantilado, qué trabajo mantenerte viva. Que vaya a dormir me dices, pero yo quiero estirar el momento con el señuelo de pergeñar un poema o rematar aquel sueño que comencé hace días. Aprovechar el choque de las ramas que danzan locas al viento, histéricas y seguras. Detenerme a mirar el horizonte, quizá adivine allá, en la lejanía, en aquella línea de promesas, la respuesta a todas las preguntas que me haces, que me hago.

Y esa algarabía de pájaros en desbandada. Y tanta nieve detrás de las cortinas. Y yo, descalza, clavándome los vidrios del desengaño y la pérdida. Y, afuera, el grito del lobo. Mi grito. El grito silencioso de la impotencia.

Cuando, vencida, me retiro para acompañarte en el sueño, ya se calmó el estruendo de mis ansias y tú duermes.




Imagen tomada de la red

sábado, 22 de enero de 2022

Recorriendo los escenarios de El ruido del silencio

Recorriendo los escenarios de mi novela El ruido del silencio.

Rememorando el proceso de escritura con algunos de los protagonistas.




Con Marta y Dani, en el Meraki Gastrobar


Y uno de los párrafos en los que se mencionan:

"Estamos en el Meraki. La he invitado a comer para celebrar mi cumpleaños. Marta nos trae, como entrante, unas croquetas de boletus y una tabla de quesos.
Dani, desde la cocina, nos pregunta si nos gustan. No podemos responderle de inmediato, las croquetas son extra grandes y crujientes por fuera, pero la bechamel, casi líquida, te inunda la boca de placer y no puedes ni quieres contestar.
Ella, pide un tartar de salmón; yo, magret de pato a la miel y mostaza. Marta, sin pedirlo, nos deja en la mesa un cuenco con una ensalada de mozarella fresca.
A los postres, quiere relatarme el desenlace de su historia, a pesar de que ya lo conozco, que le digo que anoche puse punto final al encargo, y que no voy a cambiar nada. Que se lo entregaré la próxima vez que nos veamos.
Acaba su coulant y comienza a hablar:
“Yo estaba a gusto con Miguel Ángel. Conectamos enseguida. Y, al poco tiempo, apenas unos meses después de aquella copa..."
...

"Le retengo las manos y le digo que soy yo la agradecida, y no le quiero preguntar nada que no me quiera contar sobre Lolo. Yo había notado algo raro la última vez que fui a por flores, aquel día en que Ella apareció entre las cortinas de bolitas azules de la trastienda y Lolo no levantaba apenas la cabeza del ramo que estaba preparando.
Iré alguna mañana a verle, con un café caliente y un libro de poemas.
Nos invita Marta a unos chupitos de hierbas, para la digestión, dice y obligo a mi amiga a tomarse uno con alcohol, ella, tan abstemia.
Brindamos por la vida, por el futuro, por el camino que nos queda por recorrer. Por la escurridiza felicidad.
Y me doy cuenta de la música que suena, muy bajito, en el local.

“Yo sobreviviré,
oh, mientras sepa cómo amar
sé que seguiré con vida.
Tengo toda mi vida por vivir
Y tengo todo mi amor por dar,
Y yo, sobreviviré, sobreviviré”.

Gloria Gaynor, le digo a mi amiga al salir.
Tienes que escucharla".



domingo, 9 de enero de 2022

Poema

 


Duele el tiempo,

escuece como la sal esparcida

sobre el corazón expuesto,

duele el tiempo

y las costuras, el ocaso de los brazos

y el ritmo lento del pálpito.

Las esquinas sin luz,

la cama sin desorden,

el reguero de tu recuerdo

entre mis muslos,

los días sin gloria,

sin destino ni hora señalada.

Duele ese tumulto

de hastío y de secano,

de campo árido,

de silencio perpetuo,

sin horizonte a lo lejos.

Duele no haber sido.

Más.


(Del poemario, aún inédito, De noche oigo en mi cuerpo la carcoma).

Poema

 

Una mujer entra en la pregunta,

se pierde en sus recovecos,

se golpea los hombros

en las esquinas,

tropieza en sus baldosas

levantadas,

parpadea ante el ruido

de la incógnita.

La mujer sigue avanzando,

casi a ciegas, busca,

pero no encuentra

el interruptor que ilumine

sus dudas.

Un día, al fondo,

le parece ver una salida,

algo de claridad,

la respuesta.

Pero despierta y comprende.

No hay indulto para su crimen.


(Del poemario en periodo de gestación. Circuito cerrado).