jueves, 4 de abril de 2024

Hora de embarcar.

Me lo estaban pidiendo.

Me he levantado aún noche y los he llevado al mar. Querían conocer mundo, otros pálpitos, otras miradas.

Y allá van mis poemas, navegando, surcando oleajes y conticinios, aprendiendo a vivir.



(Todos los poemas embarcados pertenecen al poemario "De noche oigo en mi cuerpo la carcoma", de Esstudio Ediciones).

domingo, 3 de marzo de 2024

Poema incompleto de un domingo

Cuando te miraba, desnudo,

envidiaba ser hombre,
cuando me cubrías,
agradecía ser mujer.
Cuando me siento niña,
te llamo.
Cuando te fuiste,
ahora que ya no eres,
he envejecido buscándote.

sábado, 2 de marzo de 2024

Poema de sábado

El insomnio de las lámparas

me acompaña en la noche,
se encariña con el desasosiego
de mis venas,
disimula mis miedos.
Hay un ronroneo de eternidad perpetua,
de balanceo al borde,
de peligro escondido
entre los cojines huérfanos del sofá,
entre el segundero del reloj de arena.
Debajo de mi piel corren panteras hambrientas
y corderos solitarios.
Tengo más sed
cuanto más te bebo.




jueves, 29 de febrero de 2024

Pasar la hoja

 

Qué pronto anochece, las manos continúan hambrientas y ya debes desvestirte de collares y ensayar el conato de la muerte.

     Ha volado el día con aleteo cobarde y silencioso, dejando los ojos detenidos tras su rastro. Indefensa y sorprendida, como pillada en flagrante delito. Avergonzada de no merecer el regalo. Con el zapato en la mano y el pelo sin recoger.

     Avanzada la espalda para el maratón cuando ya han bajado la bandera de llegada. Otra vez de regreso, volver sobre las mismas huellas.

     Otra raya cruzada sobre los otros despojos.

Tirando la mirada a lo lejos

 

Voy a cumplir sesenta y cinco años.
Pronto.
Ayer tenía treinta y tres.
Lo recuerdo bien porque fue cuando me quedé embarazada
de mi tercer hijo.
Me acuerdo que hacía la compra
siempre en el mismo sitio,
y me veo peinándome con dos trenzas
que luego me colocaba alrededor de la cabeza,
como si me coronara a mí misma.
Ayer era feliz y no lo sabía.
Voy a cumplir pronto sesenta y cinco años.
Ahora compro en otro sitio.
No me entretengo ni hablo con vecinas.
Camino rápido y llevo sombrero.
Le cuento a Chewie mis ansias.
Chewie es mi perro.
Me pinto las uñas de rojo
por ver algo de color al despertarme.
No me gusta la hora de la siesta.
No tengo espejos. No fumo.
Tengo canas y una caja llena de fracasos.
Tengo cada noche una pregunta nueva
y estoy deseando que me mientas.

Escribir


Me he levantado antes de que el mirlo comience su canto, antes de que el velo oscuro de la noche se retire con su discreción y su silencio, antes de que despiertes y ensayes el amago de una caricia.

     Me he levantado desnuda y me he retirado el pelo de la frente, asegurando su obediencia con el bolígrafo verde con el que anoche escribí el último pensamiento del día moribundo.

     Desnuda, salgo a la amanecida, el tímido viento se cuela entre mis pechos y se hace ovillo entre los muslos, deshace el bucle del flequillo. Respiro la zozobra y la nostalgia. Noto cómo se apacigua el desorden de mis venas.

     Ya comienza el canto del mirlo. Está contento porque ha sobrevivido a la noche.

     Vuelvo a la cama con los pies heridos de esperanza y la espalda mojada de llanto contenido.

     Vuelvo. Aún duermes.

     Y, continúa la alegría del mirlo.

martes, 27 de febrero de 2024

Felicidades, mi amor

Hoy es el cumpleaños de mi hija. Una mujer ya. Se llama Patricia. Está lejos, pero cerca. Ya es adulta, pero sigue siendo mi niña. La admiro. Me alegra y me duele. Ahí sigue, braceando, como todos, ante la vida. Ella, es mi vida.

A Patricia
Yo fui a buscarte un día
porque poseer lo que tantas noches
había soñado
era lo que necesitaba para ser feliz.
Fui a buscarte y te encontré
detrás de una mañana soleada
de aquel febrero loco y diferente.
Eras lo que necesitaba, he dicho,
perfecta, dulce, tranquila.
Alegre. Siempre alegre.
Una primavera se instaló en mi vida,
en la de todos.
Han pasado muchos años
y no has sabido encontrar la brújula
que te escondí dentro de la mochila
para el camino.
Los espejos que hallas
no te muestran lo que quieres.
Preguntas a quién no tiene respuestas.
Deseas lo que aún no ha llegado.
Y yo quiero ir a buscarte de nuevo
para encontrarte,
alegre, siempre alegre.
Te llevaré un manojo de tardes por vivir
y una promesa de días nuevos,
sólo tienes que dar el primer paso,
con uno será suficiente,
yo andaré todos los demás.






lunes, 26 de febrero de 2024

Poema de diario

Me he levantado en jueves.

Detrás de los cristales
gritan las cotorras argentinas
con una algarabía de nido,
con una lujuria de combate.
Abro la ventana,
el cielo inocente critica
el silencio de los árboles,
la ausencia de vértigo del río,
mi pobre desnudez.
Mi boca, llena de incógnitas,
vacía de recuerdos.
Tengo la espalda herida
como de haber llorado a escondidas.
Tengo un rebullir entre las piernas,
como de haber amado en secreto.
Tengo codicia de feriado
y aún es jueves.



jueves, 18 de enero de 2024

Reseña de un amigo.

Mi amigo, el estupendo escritor José Luis Labad, me hace llegar un mensaje que agradezco y que me apetece compartir. Me dice: "Ayer terminé de leer tu última novela. Es dura, pero a la vez esperanzadora. No puedo decirte mucho más, que me ha emocionado y que has sido muy valiente enfrentándote a todo eso. Eres una mujer coraje".

Y me regala este poema.
Y yo le mando un abrazo muy grande.
Y me pongo contenta.
CORAJE
(A la manera de mayo y su cuchillo)
A Eloísa Pardo
En mayo, se borraron las letras de tus escritos,
se ausentaron los trinos de tu ventana
y la primavera voló sin alas por tu cuerpo
herido y vejado por el miedo.
En mayo, se rasgaron los versos,
ahuyentaron la vida que poseías
y rodaron las lágrimas desperdigadas
por la tibia hendidura de tu costado.
En mayo, provista de un cuchillo
llamó la Parca a tu puerta,
y con coraje la echaste de casa,
sin habla, sin miedo y sin resuello.
En mayo, amiga mía, en mayo,
en una tibia mañana en que sol relucía,
venciste a la muerte con valentía
con el fresco color de la frambuesa.
En mayo, te fuiste a buscar a la luna,
a encontrar el sombrero perdido,
a borrar la tinta verde del cuaderno,
a sentirte erguida y valiente.
En mayo, como el junco serás más fuerte,
te pondrás tus zapatos con altos tacones,
vestirás tu talle con sedas y pedrerías
venciendo a las fétidas sombras de la noche.
En mayo, primer mes de tu vida
acallaste las voces que te oprimían
saltando a la vida con valor y alegría.
En mayo, en mayo, amiga mía.
En mayo, volarás como cualquier día
dejando de oír tu cuerpo en la carcoma,
y como a la manera de mayo y su cuchillo
verás el fin de ese mes de mayo aciago y frío.
En mayo, amiga mía, en mayo…
volvieron las risas y las flores a tu ventana.




martes, 16 de enero de 2024

Desde las vísceras.

 Llegó tarde a mi vida,

en mis ventanas sólo se apoyaban
la lluvia y los estorninos.
Había sed en el álamo,
crujir de hojas y un olor
a cieno y escombros.

Pero aquel día amaneció
antes de tiempo,
el lubricán cabalgó,
saltando,
sobre los montes que separaban
los dos azules
de aquel abril prematuro.

Llegó tarde he dicho,
entró sin llamar
a la sala oscura
donde sólo quedaban rescoldos
y sábanas frías.
Con pasos lentos dejó el látigo
en el respaldo del tiempo,
se sentó en la mecedora vieja
y extendió los brazos
para que yo me refugiara en ellos.

Allí estoy desde entonces,
con un verano perpetuo en los ojos
y las ventanas abiertas
al murmullo
de las noches cálidas.



martes, 2 de enero de 2024

Acabando diciembre

 Aún estoy a tiempo, pienso.

Aún es hoy, aún tengo los pies detenidos en el ahora, todavía estoy a tiempo de sumar. Todavía no he dado el salto al frente, aún no es pasado.

Y, en el borde del nuevo año, recuerdo un enero anotando en la agenda todos los sueños, los proyectos, los perdones pendientes, los abrazos ignorados, los besos que se perdieron aquella tarde de lluvia y miedo. Recuerdo aquel arrebol a destiempo, que me produjo un vértigo en la comisura de los labios. Aquella mirada de canela y esperanza, mis uñas coquetas y sedientas de tu piel ofrecida. Recuerdo la huida, el abandono de la risa, la llegada del lubricán, tan escandaloso, tan nuevo. Y vuelvo a preguntarme, qué hacer con este último día, cómo recuperar la risa, de qué color será la película que comienza, qué palabras acudirán a mis manos para poder seguir caminando. Abro una nueva agenda, no puedo esperar, escribo esto en la primera hoja. Un día más en este año bisiesto. A él le pido historias, poemas, le pido un caligrama hermoso de vida, como éste que me regaló mi amiga Aman. Al nuevo año le pido ilusión, salir de este remolino.
Ganas de respirar. Profundo.


Año nuevo. La insidia de la nostalgia.

Me despierto y veo la mitad de la mañana,

abro con desmesura los ojos

y solo uno responde a su cometido.

Julio se derrama por mi colcha azul

y sé que anoche me acosté en enero.

Una nube diminuta ha eclipsado mi ojo izquierdo.

Al mirarme las manos, mis uñas, ayer color berenjena,

son ahora de un tono pajizo y nuevo.

Me han crecido los pechos.

Una melena larga se derrama por la almohada.

Mi cama, observo, no es de matrimonio.

Mi ojo sigue ciego. Hace calor en esta habitación que recuerdo.

¿Te hago un café? me grita mi madre desde algún lugar.

Tengo que levantarme, pienso, he quedado para comprar regalos.
Es víspera de Reyes y tengo nietos.

Me toco las tetas y la tripa inocente. Llego al pubis.

Oigo a mi madre avanzar por el pasillo de aquella casa.

Poco a poco mi ojo izquierdo se hace luz.

Tengo diecisiete años en el reflejo del espejo del armario.

Me incorporo para esperar el café y el regreso.

Luego quizá vuelva a dormirme, para despertar de nuevo.

O puede que decida levantarme deprisa y vivir.

(Escrito de madrugada, quizá aún conticinio, con el desengaño de la vida apretando con saña en las pestañas)