sábado, 29 de diciembre de 2018

Ay, mi sombrero.





   Me voy a operar del sombrero. Esta mañana, agobiada por la imposibilidad de escribir, por mis ansias inútiles de comerme el mundo, por la marea que asciende, indiferente y grosera, me he calzado las zapatillas de huir, me he cubierto los hombros con mi cazadora invisible y he bajado corriendo los trece pisos que me separan de los últimos días de diciembre. He recorrido, a buen paso, todos los parques hermosos de Leganés, he robado hojas huérfanas, he acosado a los árboles frioleros y saltado encima de los bancos inservibles. Pero, te querrás creer, que me he cruzado con trescientas personas que pasaban de largo ante mi mirada de cariño? No te conocía, me dicen, sin sombrero...

   Me voy a operar del sombrero, me lo voy a tatuar, a tricotar alrededor de mi melena rebelde, a grapar con bonis de colores imposibles. 

   He vuelto a casa y se lo he contado a mi gato Nicolás. Mi perro Chewie me ha vuelto la espalda y mi compañero estaba profundamente dormido en su sillón de pensar.

   Y yo voy y lo escribo.

jueves, 27 de diciembre de 2018

La encina


   




 Tengo que advertir antes de nada que soy una encina.
   No quiero malentendidos.

  Presido la entrada de esta granja, blanca y tranquila, desde que los padres de los actuales dueños eran unos niños, ¡que ya son años! Les he visto crecer, reír, llorar, enamorarse, casarse, tener hijos.
  Me sé el nombre de todos, aunque esto no tiene mucho mérito, ya que todos, sin excepción, han heredado la costumbre de grabarlos en mi sufrido y tolerante cuerpo.
   Tengo una verdadera colección:  nombres dentro de un corazón, encerrados en un círculo, subrayados  y hasta unidos con signos aritméticos. Un ejemplo: Erika+David=Martina.
   Cualquier excusa vale para que, sin asomo de piedad, me cubran de cicatrices.
   Bueno, en honor a la verdad, también recibo besos y abrazos, esto por parte de la señora actual de la casa, que tiene la mañanera costumbre de abrazarme antes de recoger las dulces bellotas que les regalo, desinteresadamente, a los cerdos de la granja que, en la pocilga, se regodean ociosos en su propio hedor.
   Les he acompañado, como digo, a lo largo de los años.
   He sobrevivido a un terremoto, a un año de bravas y tozudas tormentas y a los destrozos que me causó un rayo, que se encaprichó de mí y casi me mata.
   Ahora me encuentro en lo mejor de mi vida, cargada de recuerdos, de tatuajes y de bellotas.

   Espera, que oigo la puerta.
   –¡Eneko, ven ahora mismo, y recoge tus juguetes!
   Esa que grita es Mariana, la que me abraza por las mañanas y Eneko es su hijo y el último componente de la familia y que, en estos momentos, está escondido detrás de mí para que su madre no le vea. Es un travieso y gracioso niño de tres años, de piernas delgadas y manos sucias, de ojos grandes y curiosos y con el pelo color zanahoria.

   Ha empezado a llover.
   –¡Eneko, voy a contar hasta tres. Uno, dos..!
   El niño sale rápidamente de su escondite y echa a correr hacia la casa.  A través de la lluvia alcanzo a ver el azote simbólico que Mariana le da al pequeño.

   Es mi obligación recordaros que soy una encina.
   De todos los que han vivido en esta casa y han grabado sus vidas en mi tronco, Mariana y Eneko son mis preferidos. Ella, ya sabéis por qué: los abrazos y todo eso y el más pequeño, porque es, a pesar de su corta edad, o quizás por ello, el que más me ha querido.
   Desde que pudo andar y me descubrió, a mi lado es donde juega, bajo mi sombra duerme la siesta, en mi cuerpo apoya el suyo cuando mira las estrellas y, a mi vera acude a llorar, cuando su inocente corazón se siente triste. Hoy, por ejemplo, ha hecho un pequeño agujero a mis pies y ha escondido en él sus mejores canicas, las más brillantes. Su tesoro.
   Confía en mí y sabe que aquí está a salvo.

   Sigue lloviendo.
   Veo apagarse, una a una, las luces de la casa. La noche ha llegado.
   Mi familia se ha ido a dormir.
   –Buenas noches, cariño!
   –¡Buenas noches, mamá!
   –¡Que descanses, Mariana!

   El silencio es absoluto.
   La última luz del día acaba de desaparecer. La fachada apaisada de la granja ha dejado aparcada su blancura hasta que el lubricán la ilumine de nuevo.

   -¡Buenas noches, encina!
   ¿Habéis oído? Es Eneko. Todas las noches me regala una despedida. Nunca se le olvida. Su vocecita es lo último que oigo cada anochecer.

   El viento se marcha a otros cerros, a otros encuentros, la lluvia está amainando, y a mí se me queda un “hasta mañana, pequeño”, atorado entre las hojas.
   Pero no puedo gritarle mi cariño a Eneko porque, como espero no hayáis olvidado, sólo soy una encina.
   Una encina amada y feliz.

   Ha dejado de llover.





domingo, 9 de diciembre de 2018

Mientras me trenzo el pelo.


     Éramos dos pájaros en equilibrio, dos deseos, dos lunes con ansias de feriados, heridos de muerte que fuimos atesorando sangre, semen y saliva para las tardes de silencio y dudas que sabíamos habrían de llegar.
  Desde el principio, deslizamos el miedo en la mochila y, al desnudarnos, no pudimos quitarnos nunca la cobardía adherida a la piel no expuesta, ahorrábamos palabras para no caer en el precipicio de la mentira, pero el salto no se produjo nunca. 
     Nos faltó una meta. 
     El disparo.


Cuadro tomado de la red: Amantes, de René Magritte.

jueves, 22 de noviembre de 2018

Y los viernes, poesía.


Parte de la Junta Directiva de la casa cultural de Castilla- La Mancha en Leganés.


Nota importante

   Mañana, viernes 23 hay poesía en la casa cultural de Castilla- La Mancha de Leganés, en el parque de La Chopera.
    Todos sabéis que siempre es el último viernes de mes. Un encuentro poético que ya lleva 8 años rulando. Pero, este mes, debido a que el viernes 30 tenemos nuestro Festival de Otoño, lo hemos adelantado.
     Mañana, mañana, mañana, no lo olvides. Te esperamos para recitar o para escuchar. 



   La junta directiva os invita a acompañarnos. Es el día internacional de la palabra y vamos a paladearla, a tocarle la cintura y los hombros suaves. A recitarla en voz alta para curarnos del tedio. 



   Viernes, 23 a las 19,30 h. en la Casa cultural de Castilla- La Mancha, en el corazón del Parque de La Chopera.



    Y volveré a quitarme el sombrero.

lunes, 19 de noviembre de 2018

Disfrute en los talleres de escritura de Asiole Dorpa.




Nuestro primer grupo.


El segundo grupo, (nuestro cariño a los seis talleristas que faltan)

   Hoy, en el taller de escritura y ludolingüística "Asiole Dorpa", hemos tenido, como todos los meses, visita. 
  Esta tarde, los dos grupos, hemos disfrutado de Carlos Cuadrado Gómez, maestro de infantil y primaria, doctor en filología española, escritor y buen amigo. Con unos dulces navideños, un licorcito entre los dientes y con los oídos atentos al más mínimo rumor de los dioses, hemos aprendido cosas nuevas, hemos compartido secretos de estudio, hemos descubierto nuevos caminos por los que andar de madrugada para encontrar la palabra exacta. 
   En la foto no están todos los que son, más lo sienten ellos y ellas, no han podido estar hoy, pero Carlos vendrá otro día, habrá más licorcito y tomaremos cualquier otro camino. Todos los que nos lleven a la palabra que buscamos.

   Y, si te animas a escribir, a llenar cuadernos, a vivir más, aún nos quedan sillas libres y ganas de conocerte.

   Los lunes, en el centro cívico Santiago Amón, de Leganés.
   De 16 a 18 y de 18 a 20 horas. 

   Ya estás tardando.


Si queréis saber más sobre nuestro invitado, aquí lo tenéis

domingo, 18 de noviembre de 2018

X Encuentro Oretania de Poetas. En Piedrabuena.


Prólogo que he pergeñado para el libro Palabra de poeta, correspondiente al X Encuentro Oretania, que se presentó en la tarde del 17 de noviembre y que se convirtió en una noche feriada, acogedora y cálida.

Con D. Luis Díaz-Cacho, coordinador de los encuentros Oretania de Poesía y D. José Luis Cabezas, alcalde de Piedrabuena.


“A veces, escribir mariposa es abrir un candado”


¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
 en mi pupila tu pupila azul.


“Cuando un poeta canta estamos en sus manos, él es el que sabe despertar en nosotros aquellas fuerzas secretas, sus palabras nos descubren un mundo maravilloso que antes no conocíamos”. Esto lo dijo el poeta alemán Novalis y me sirve para comenzar este prólogo o introducción al X Encuentro Oretania de Poetas, poemario que tiene usted, querido lector, en sus manos y que, después de regalarnos en anteriores ediciones con palabras de agua, de amor, de vino, palabras heridas, desnudas, de Quijote, palabras de Dios, ahora ahondan en el sentimiento literario para hablarnos de la Poesía, de las Musas, del chispazo que deslumbra al poeta, para descubrirnos, por fin, el lado oculto de la luna, para sanarnos, con sus versos, de esa enfermedad incurable que es la Poesía.
   33 poetas, como esa cifra que nos pide el médico que recitemos cuando quiere escudriñar en nuestra garganta y encontrar toda la poesía que alberga nuestro pecho herido: “La poesía es entregar al Universo el propio corazón sin desgarrarse”, nos dijo el poeta peruano Luis Hernández.
   He presentado a varios escritores en el libro-fórum que la Universidad Popular de Leganés, ciudad donde resido, realiza todos los años, pero un prólogo-presentación de un libro de poesía, de un grupo de poetas de tal categoría y prestigio, nunca. Sí dirijo, desde hace varios años, en la sede manchega donde imparto clases de todo, como monitora voluntaria de dicha Universidad, un encuentro mensual de poesía, nuestros viernes mágicos y, en uno de ellos, compartido con dicha Universidad Popular, tuvimos el honor de contar con la presencia de Luis Díaz-Cacho y Luis Romero de Ávila, como poetas invitados. Sublime.
   Días después asistí a un magnífico recital en el Sacro Convento y Castillo_de_Calatrava_la_Nueva y allí fue donde Luis Díaz-Cacho me ofreció componer este prólogo. Yo di un paso atrás y afirmé con la cabeza. Una contradicción, un oxímoron, pero es lo que hay.
   Y heme aquí, con este prólogo entre las manos y un caos enredado entre el teclado del ordenador. Un vago temblor en los ojos y una sonrisa.
   Pero no creo necesario que, a estas alturas, venga yo a explicar a ustedes, que ya están disfrutando, lo que es la poesía, lo más hermoso del mundo, el bálsamo a tantos males de las galerías del alma, “ese sentimiento que le sobra al corazón y te sale por la mano”, dixit Carmen Conde.
   Lo van a hacer los propios habitantes de este poemario, un ramillete de amigos enamorados de las palabras y a los que les sobran sentimientos. Creo que es lo mejor.
   Ellos y ellas nos hablarán como la lluvia, tal como le pedían a memsahib Karen, en Memorias de África, los niños del poblado.

Fijaos que lujo:



  
Alfredo Jesús Sánchez, nos muestra en su poesía ese chispazo del que os hablaba “ante el temblor involuntario/ del puro escalofrío en la piel/ busca la inquietud/ el debido misterio/ que vive en la belleza/ Preferir la mirada siempre”.
Ángel Díaz Peña, eleva un lamento frente a la sinrazón de la ausencia: “¿Qué consuelo nos queda/ en esta orfandad permanente?”
Antonia Piqueras se “perfuma los sueños de futuro con esencia de poesía” y para Diana Rodrigo, “las palabras son el instrumento generoso que deshoja la vida y sus misterios”.
Elisabeth Porrero escribe que el poema nos aguarda como “un amante que espera/ sabiendo que pronto/ recibirá el beso soñado”. Para Eugenio Arce, “la vida es una dulce melodía/ y el poeta ha de estar siempre en la brecha/ en busca de la llave que nos abra/ las puertas de una nueva creación”.
Isabel Villarta, declara sobre la poesía, “juro que si la busco se escabulle/ que, a veces, en reposo me sorprende” y para Jerónimo Calero “hay palabras que saben nadar hasta la orilla/ y asirse a una retama para tomar aliento”. Jesús Lara Serrano nos anima “canta, poeta, canta/ para abrir caminos nuevos”.
Para Juan José Guardia Polaino, “los poemas son náufragos que arañan las nubes/ y luego se ocultan bajo las cuencas de los ojos/ Los poetas, ebrios dioses”. Y el desvelo y desazón de Juana Pinés, “y el verso, siempre el verso, hirviéndome en las sienes/ y este corazón mío, callado y genuflexo”.
El poeta Luis Díaz-Cacho quiere cambiar el mundo con la poesía, “que la vida sin alma acaso es nada/ que vivir en el verso es lo que quiero”.
Para Luis García Pérez “el alma del poeta es una tolva/ que rumia soledad por donde vaya”. El canto de Luis Romero de Ávila, su verso, la palabra “que intenta hacerse vida/ para cantar al mundo/ los sueños más hermosos”.
Manuel Laespada nos invita a compartir el silencio, porque “a veces el silencio está lleno de poesía”. Manuel Mejía, clama al cielo ante las premuras del vate: “¡Te tienes que morir para que te oigan!” y Manuel Muñoz llora impotente ante la injusticia y pide inmolarse, “ser mecido por el viento ante tanta barbarie”.
Mª del Carmen Matute dice “a los poetas nos une la palabra/ tejida sueño a sueño” y Mª Antonia García de León, antes de acostar la poesía, congela la alegría atrapada para “hacer cubitos de hielo/ para los días tristes”. (Guardo una tarde sol, por si hace falta, dixit Manolo García).
Leyendo a Mª José García Bolós, evoqué a_Hopper y a_Chagall, “y desde aquel día su mirada profunda/ que envuelve mi piel/ como la poesía./ Es la única cosa humana y hermosa que aún recuerdo”.
Mª José López Lara razona “cuando a la vida se le borra la palabra futuro/ es entonces cuando se buscan los poetas”. Martín Gómez-Ullate, se lamenta en su elegía: “¡Ah, si hubiera sabido que era la última cena!/ Yo te hubiera escanciado el mejor de mis vinos”.
Miguel Galanes explica el oficio de poeta: “Quien vive en un poema/ abre una estancia que no es estancia/ que ni puertas tiene, ni cortina hay”. Natividad Cepeda, agradece y rescata a los poetas inmortales, “a todos los escucho dentro de mi silencio/ dentro de esta quietud que me da la poesía”.
Nieves Fernández, anima al poeta a luchar “contra todo el océano de la voz y la palabra/ así verás los brazos emerger a la luz, salvados de las aguas”.
Pilar Serrano de Menchén, nos trae poemas que se estrenan con el alba “porque nombras las cosas con luces nunca usadas”.
Presentación Pérez nos revela que es la poesía su sustento, “y me regalas la tierra y el olor a pan/ y rellenas los huecos de tantas despedidas”. Ramón Aguirre, nos invita a un brindis por los poetas, para que nunca desaparezcan, “la luna y las estrellas se teñirán de sangre” Y dice que paga él.
Ramona Romero de Ávila, necesita recordar que es “tejedora de versos, pintora de estrellas”, para alcanzar la respuesta y Santiago Romero de Ávila, asegura que no nos quitarán las rosas del alba, “mientras haya poetas que lleven/ la verdad y el amor en los labios”.
A Teresa Sánchez Laguna, la palabra herida le llega “sigilosa a mis alféizares/ derramando resplandores en la noche/ con impaciente bravura/ esparciendo tu néctar de ambrosía/ en el silente despertar de mis locuras”, de la misma manera que a Tomás Mejía Ruiz-Flores, las palabras le visitan, sin hacer ruido, “vestidas para el baile, mientras él las espera, tendido, sobre el rojo del sofá”.

    Vístase usted de etiqueta, sí, usted, y entre sin miedo en este baile de versos y poetas. En esta vorágine de ansias y sosiegos. Con este sol y este brillo.
   Embriáguese.

¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.



El violín y la guitarra de Laura Gutiérrez y Laura Herrera, pusieron la nota musical y dulce al acto poético. 



Con  Diana Rodrigo y Elisabeth Porrero.

Con Natividad Cepeda.



Obsequio personalizado para todos los participantes.
 Elegantes el encuentro, los participantes y el detalle.

viernes, 2 de noviembre de 2018

Un poema, cualquier tarde.





Estaba sola. 
Leía en la sala,
en el rincón oculto
al bullicio,
con la mantita de cuadros
bien acoplada
y mis zapatillas
de felpa azul.
Leía sin demasiada atención.
Fuera, en la calle,
el viento.
Casi noche.
Y pensaba en ti.
No sé por qué
pero me dirigí al espejo
grande de mi alcoba.
Me desnudé.
Me contemplé entera.
En el espejo.
Largo tiempo.
Recorriendo mi cuerpo con las manos,
lentamente,
adecuándolas a la tripa,
a los pechos, a los hombros,
al misterio del cuello.
Internando los dedos
en los rizos tibios y urgentes
del pubis.
Silueteando la cintura
y los muslos tímidos.
La llaman la petite mort.
Me dirigí de nuevo
a la sala.
Me envolví en la manta de cuadros
y comenzó el llanto.
Fuera,
en la calle,
el viento.

miércoles, 24 de octubre de 2018

Encuentro en bibliotecas.

   



   Mi libro de relatos Galería de trampantojos y un grupo de mujeres reunidas en el vientre de la Biblioteca Municipal "Francisco de Quevedo" de Torre de Juan Abad, fueron los protagonistas de una tarde que pretendía celebrar el día de las bibliotecas.




   Fui a la cita sin un guión, sin papeles, tuve unos días complicados y me acerqué al encuentro con lo puesto.
    Pero, nada más llegar, me di cuenta que las luces eran favorecedoras y que el ratico que iba a pasar me sabría a poco.
    Y así fue, una excelente presentación de Lourdes, la directora de la biblioteca, un grupo de mujeres especiales, un interés elegante, unas miradas cómplices y un café calentito y dulce, como la tarde.



  
 Y hablamos de Matilde y su secreto, de Yamal y su sonrisa pecadora, del oficio de vivir, de maridos, de locuras, de libertades, de asesinatos y de mujeres guapas. Que son todas.


Y me fui, regalada y contenta. 
Allí saben recibir. 
Quien lo probó lo sabe.
Gracias a todas.
Y a mi amigo, José Maria Lozano, por todo lo que le debo.

VI Ruta de los Patios de Villanueva de los Infantes



   Un encuentro con la poesía, el teatro, la música; los patios abiertos a todo aquel que quiera sumergirse en tiempos nostálgicos y ricos en ingenio. Unas jornadas dignas de vivirse. Un pueblo volcado en el arte. Mi suerte de formar parte de ese elenco.
 Mi patio, entre tantos, al servicio de la palabra. Buen ambiente. Villanueva de los Infantes, mi Villa Favorita.




   VI Ruta de patios de Villanueva de los Infantes. 
  Nos acompañó el buen tiempo, el resto lo puso el pueblo, los visitantes, los organizadores, los poetas, actores, músicos, restauradores y gente guapa que hicieron del puente de octubre una ruta gozosa e inolvidable.
















jueves, 27 de septiembre de 2018

Galería de trampantojos.


... Estuvo un rato reacio porque dice que lo de estudiar nunca ha ido con él, pero yo le hice ver, con grandes dosis de paciencia y diplomacia, que no podíamos seguir sin turismo. Tendremos mucha libertad de movimientos y podremos ir a ver a tu madre más a menudo, le engañé, y rematé mis argumentos con una palmada en la mesa, al tiempo que le decía- y andando que es gerundio-, esta frase, no se por qué, pero siempre me ha dado muy buen resultado.
Yo, por mi parte, ya le he echado el ojo a un coche, lo llevo viendo creo que desde siempre, aparcado delante del portal: es un Ford Fiesta rojo y es de  Marcelo, el frutero; dice que se va a comprar un Mercedes y tiene el Ford en venta. El viernes pasado fui a comprar unas acelgas para la cena y le pillé con la lengüecilla fuera y un rotulador en ristre haciendo el cartel de venta.        Deja el rotulador Marcelo y,  si llegamos a un acuerdo, me quedo yo con el coche, le dije.
Me empezó a decir que estaba impecable, que nunca había tenido un golpe serio y que siempre había dormido (el coche) en garaje. Yo le contesté que desde que abrió la frutería, un par de años después de estar yo viviendo en dicha finca, o sea unos trece,  llevaba viendo el coche aparcado delante del portal y es más, continué impertérrita, llevo años intentando ver la tapicería de cuero de la que tanto hablas y todavía no he podido, y no es porque los cristales de las ventanas sean tintados (a buen entendedor), pero, como no me fío de su capacidad de entendederas, le advertí: quiero el coche limpio antes de hacer la transferencia.
Cuando se lo conté al Nicolás me dijo que fue mi carácter fuerte lo que le enamoró hace años. (Esto se lo restregué por el morro meses después, cuando me enteré de lo que me enteré).

Pero eso, y mucho más, lo dejaré para la segunda parte de éstas mis memorias.

De Historia de mi existencia, del libro de relatos Galería de trampantojos, a la venta en Leganés, en las librerías Punto y Coma y La Libre de Barrio.






miércoles, 26 de septiembre de 2018

Galería de trampantojos.


Pasaron los años y mi cuerpo no engendraba el esperado heredero, mi Nicolás veía que su apellido acababa con él y se le iba poniendo el humor cada vez más agrio y desagradable, como desagradable fue cuando le comuniqué un buen día que no me había bajado la regla y él, ni corto ni perezoso, le comentó mi embarazo hasta al alcalde de Parla, para que luego el médico nos dijera, eso sí, con muy buenas palabras y mucho tacto, que lo que pasaba era que me había venido la menopausia.
Fue tal su rebote que estuvo a punto de romper el vínculo matrimonial, me quería repudiar y todo, como hizo el sha de Persia con la Soraya, hasta que se le ocurrió la idea de adoptar un niño, me dijo que ésa sería la solución para salvar nuestra unión y a mí me pareció bien, hasta que me aclaró que además le gustaría que fuera saharaui, para hacer el acto más exótico y dejar boquiabiertos a sus compañeros del curro.
A la que dejó boquiabierta fue a mí, que nunca me llamaron la atención las extravagancias.
Las vicisitudes que se produjeron con su obsesión de adoptar el bebé saharaui y el descubrimiento fatídico y letal por mi parte de una relación extramarital y tumultuosa del Nicolás, las dejaré para más adelante, porque son casi las diez, está a punto de llegar y las sardinas me están esperando para que les meta mano.
Mañana será otro día.


5

Ya he referido que vivo en la ciudad de Parla, en la calle Sal nº 13; es un inmueble de tres plantas, sin contar los bajos que lo ocupan una frutería y un laboratorio fotográfico.
Mi Nicolás y yo ocupamos el 2º B,  y la Maribel y su hija Lupe, la universitaria, viven en el 3º A. Ya os iré presentando a los demás inquilinos de la finca, os adelanto previamente  que no presentan un gran interés para vuestra posible curiosidad y morbo.
No tenemos coche. Por unas cosas y otras, Nicolás no se ha sacado nunca el carnet de conducir y me he dado cuenta que es inconcebible que no dispongamos de vehículo, es humillante que todas nuestras amistades lo tengan, con lo muertos de hambre que están algunos, que lo sé de buena tinta.
Así que, el otro día, me pasé por la auto-escuela que abrieron hace poco en la calle del mercado y le hice la matricula. La auto-escuela se llama EL FITIPALDI y, la carpeta de plástico blanco y azul que me dieron con la copia de la matricula y los libros de la teoría, se la planté al Nicolás en la mesa, al lado del plato de sopa.
(Continuará)




Perteneciente a Historia de mi existencia, del libro de relatos Galería de trampantojos.
A la venta en Leganés, en las librerías Punto y Coma y La Libre de Barrio.

Galería de trampantojos.


Nuestro noviazgo duró quince días, porque, aunque me gusta hacer las cosas despacio, no estaba dispuesta a que llegase alguna lagartona y me levantara al Nicolás, que teníais que haber visto cómo le devoraban con los ojos las chicas de la droguería de la acera de enfrente, cuando me esperaba a que yo saliera de mi trabajo, tan guapo, con su americana príncipe de gales y con las mangas un poco arremangadas, para que se le viesen con más desahogo los gemelos del Atlético de Madrid.

   Nos casamos un cinco de Agosto, bajo un sol de injusticia: cuarenta grados dentro de la iglesia, fuera, ni os cuento. El cura, con los ojos desencajados, deshidratado el pobre y dándose aire con un abanico de lunares negros, a juego con la sotana, aguantó hasta el final, aunque con las ansias de la muerte se le olvidó pedirle al padrino los anillos y nos los pusimos luego en el banquete que sucedió a la ceremonia, en una espléndida terraza de la Casa de Campo, a lo fresquito.

   Mi Nicolás iba espectacular, tuvimos la suerte de que unos días antes le habían dado un uniforme nuevo de pocero, ¿os había referido anteriormente que ése era el oficio de mi novio?, y se lo puso, porque los dos somos de la opinión de que es una sinrazón comprarse un frac o similar sólo para ese día, eso sí, las botas de caña alta no se las puso, iba con unos náuticos azules preciosos que compramos en Los Guerrilleros.

   Yo iba con un traje de novia que alquilé por la misma razón que he expuesto más arriba y con un casquete de raso con flores silvestres. Estaba muy nerviosa y deshidratada, como el cura, y le preguntaba constantemente a Nicolás si se me había torcido el casquete florido, y él me decía bajito y al oído: el casquete, el casquete es el que te voy a echar yo...
 (continuará).




   De Historia de mi existencia, perteneciente al libro de relatos Galería de trampantojos.
   A la venta en las librerías de Leganés, Punto y Coma y La Libre de Barrio.

martes, 11 de septiembre de 2018

A mi madre. De nuevo. Siempre.





El ruido del silencio de mi madre,
me despierta por las mañanas,

escucho el rebullir de las sábanas revueltas,
el murmullo del sudor entre sus pechos desahuciados,
la caricia que dedica a la almohada húmeda,
el susurro de mi nombre que no invoca.
Me levanto despacio pero con el impulso loco de la duda
y me acerco con sigilo a la habitación que ocupaba,
miro la cama impoluta, la colcha de flores diminutas, 
el cojín con su letra bordada.
Miro las cortinas silenciosas y la penumbra cómplice.
No hay rastro de que estuvo.
Ya se fue su olor por las ventanas abiertas al verano.
El sempiterno vaso de agua ha desaparecido de la mesilla.
Sus zapatillas, en alguna bolsa olvidada.

El dolor que emana de mi camisón heredado
impregna enseguida los rincones de sus últimos días,
su voz tenue y esperanzada aún resuena en mis oídos 
y en mis dedos baldíos.
La llamo bajito, deseando que abra los ojos y me mire.
Le imploro que me ayude a olvidar aquellas horas,
que no recuerde que se fue sin ver lo que tanto anhelaba,
que me enseñe a soportar el orden gélido de mis rutinas.
que me bese en la próxima noche y se lleve mi llanto.
Que me borre del alma tanto dolor compartido.
Que me perdone.