martes, 7 de enero de 2025

Estando ya mi casa sosegada

He descansado bien. Anoche me acosté, ya amanecida, casi rozando el filo del conticinio. Me propuse dejar la casa ordenada, en su estado original. La mascletá de emociones ya había pasado. Mi hija y su perro Rulo, ya estaban de nuevo en Mallorca; los nietos, hijos y nueras, se habían despedido con las bolsas llenas de la magia de los Reyes. Mi marido, dando un paseo a Chewie. Que sea largo, le dije. Porque yo necesitaba quedarme con el escándalo del silencio. Mirando las cajas de las pizzas en la encimera de la cocina, los helados abandonados; las pinturas camufladas bajo el sillón; la cama deshecha, aún con el dibujo de las huellas de mis tres duendecillos. Mi estudio, con restos de un tsunami.

Todo quedó en orden cuando me fui a la cama. Necesité una ducha caliente y embadurnarme la cara con una crema que disimulara mi asombro. Mi desconcierto.
Todo pasa, pensé. Hasta la alegría del caos.
Antes de acostarme, en un rincón del pasillo, junto al mueble de los recuerdos, me encontré una pieza de puzzle. De Peppa Pig. He dormido toda la noche con ella en la mano.



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