martes, 16 de enero de 2024

Desde las vísceras.

 Llegó tarde a mi vida,

en mis ventanas sólo se apoyaban
la lluvia y los estorninos.
Había sed en el álamo,
crujir de hojas y un olor
a cieno y escombros.

Pero aquel día amaneció
antes de tiempo,
el lubricán cabalgó,
saltando,
sobre los montes que separaban
los dos azules
de aquel abril prematuro.

Llegó tarde he dicho,
entró sin llamar
a la sala oscura
donde sólo quedaban rescoldos
y sábanas frías.
Con pasos lentos dejó el látigo
en el respaldo del tiempo,
se sentó en la mecedora vieja
y extendió los brazos
para que yo me refugiara en ellos.

Allí estoy desde entonces,
con un verano perpetuo en los ojos
y las ventanas abiertas
al murmullo
de las noches cálidas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario