Ayer, jueves 26 de Marzo, en la librería Punto y Coma de Leganés, tuve el honor y el placer de presentar la última novela del escritor Ricardo Rodríguez.
Os dejo el texto que leí, antes de que el autor nos desgranara su obra y su trayectoria.
También ha publicado diversos relatos en publicaciones colectivas.
En la novela que nos ocupa, "El secreto de Sócrates", Ricardo nos sumerge en un mundo real y ficticio, filosófico y simple, nos ofrece un personaje genial y literario que nos maravilla con la profundidad de sus opiniones; espíritu doliente y perdido en las tinieblas de negras pesadillas, en la sinrazón, en la búsqueda. Como hilo conductor del filósofo que quiere desesperadamente encontrar el sentido de su existencia, acompañado de unos personajes que nadan de igual manera en la duda, la soledad y el desconcierto, Ricardo utiliza la ironía socrática, analiza perfectamente un momento de actualidad, lugares comunes, humor negro, los espejos.
Ricardo, un par de preguntas socráticas:
¿Qué es en lo que quieres hacer hincapié con la trama de la novela?
Te escuchamos.
Y gracias".
La librería se llenó de amigos y admiradores del escritor, de buena literatura, de una magnífica exposición, por parte de Ricardo, del proceso de su escritura, del andamiaje que levanta para pergeñar sus obras; acabó la tarde con libros dedicados, con copas de vino blanco y charlas distendidas.
Concluyó el encuentro y todos nos fuimos satisfechos.
Hasta la próxima en nuestra librería preferida: Punto y Coma.
Fernando y Lola, enhorabuena por vuestro esfuerzo y dedicación.
La noche, fuera, en la calle, se ovillaba al pie de árboles remozados y la luna, vestida de primavera, descansaba, altiva y silente, en todos los tejados de la ciudad despierta.
Os dejo el texto que leí, antes de que el autor nos desgranara su obra y su trayectoria.
“Ahora, mientras disertas doctamente,
inteligentemente, ilustradamente,
apasionadamente;
mientras hurgas en la memoria
hasta encontrar
la palabra exacta, irrefutable,
incontestable,
que designe y colme y diga,
lo que debe decir, ni más ni menos,
y la subrayas en el aire quieto del aula
izando gallarda el lápiz como un estandarte.
Ahora, cuando me miras,
apremiante y severa,
como si pretendieses perforarme
la mente, el corazón, las entrañas,
con el razonamiento último,
con el silogismo abrumador,
con la conclusión definitiva,
las manos engarabitadas, la voz torrencial.
Ahora que por fin
desenmascaras el ardid de Hegel
y vuelves del revés a Demócrito
y haces cisco el misticismo áulico de Chateaubriand
o al hosco Pascal.
Ahora, ahora,
en este justo instante, en este breve
segundo,
inabarcable décima o milésima de segundo,
en que te sobrecoges
y nos sobrecoge tu voz llameante,
nos sujeta la saliva un nudo de emoción.
Ahora, cuando elevas el índice enhiesto
para dar paso a tu argumento final,
ahora, precisamente ahora,
que emprendes la refutación más temeraria
-¡tiemblen los cimientos del orbe!-
y todos contenemos la respiración
y quedamos prendidos de tus labios febriles.
Ahora, desde detrás de la ventana empañada,
a ti y a mí y a los demás que te escuchan,
nos contempla aterido,
con desprecio o con indulgencia,
sonriente, luminoso y humillado,
el cabello rubio y ensortijado, el jersey
raído,
y la cara sucia,
un niño hambriento.
Ahora que empuñabas, heroicamente,
toda la metafísica del mundo
nos interrumpe el hambre mundana.
¡Pues, qué fastidio!”
Presentamos, esta
tarde, en nuestra librería preferida, la última novela de Ricardo Rodríguez,
nacido en Toledo, licenciado en Derecho, vecino y trabajador de Leganés, poeta,
escritor, articulista, hombre comprometido política y humanamente, buen
conversador, conocedor de las diferentes corrientes filosóficas, tertuliano serio
e indispensable.
Ricardo es
agente de Hacienda, en la inspección
fiscal de grandes empresas, y he dicho antes que trabaja aquí, pero no es
verdad, porque como dijo Confucio: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida” y Ricardo ama profundamente su trabajo.
Su anterior novela,
“La moral del verdugo” ya causó un rumor de sólida presencia, en ella se
cuestiona y se reflexiona sobre la libertad, la pena de muerte, la ética y la
moral, el valor. Dedicó la novela a Pilar Manjón y a su hijo Daniel, víctima
del 11-M; como amiga particular y como homenaje a todas las víctimas de aquel
doloroso atentado. Y a todas las miles de personas que tienen el valor de ser
libres.
También ha publicado diversos relatos en publicaciones colectivas.
En la novela que nos ocupa, "El secreto de Sócrates", Ricardo nos sumerge en un mundo real y ficticio, filosófico y simple, nos ofrece un personaje genial y literario que nos maravilla con la profundidad de sus opiniones; espíritu doliente y perdido en las tinieblas de negras pesadillas, en la sinrazón, en la búsqueda. Como hilo conductor del filósofo que quiere desesperadamente encontrar el sentido de su existencia, acompañado de unos personajes que nadan de igual manera en la duda, la soledad y el desconcierto, Ricardo utiliza la ironía socrática, analiza perfectamente un momento de actualidad, lugares comunes, humor negro, los espejos.
“Se puede ser libre
y para eso basta con ejercer la libertad, lo demás son excusas”.
“Cuando en el mundo
aparece un verdadero genio puede identificarse por este signo: todos los necios
se conjuran contra él”, frase de Jonathan Swift, que tomó el atormentado autor
de “La conjura de los necios” para el titulo de su única obra. El Sócrates de
Ricardo tiene algo que ver, aunque sea tangencialmente, con el Ignatius Reilly
o con el Bartleby de Merville y su “preferiría no hacerlo”. Filósofos al fin.
Sócrates, nuestro
filósofo, pulula entre Diógenes, su amigo y rodrigón de sus cuitas; Elvira, su amor
eterno y pajizo, filósofa en la sombra; Alejandra; D. Eulogio, su áspero y
despegado padre; D. Fulgencio, el corrupto alcalde; Roque, y su descubrimiento
final; su madre, personajes todos que quieren comprender, que se debaten entre
la soledad, la pereza, su inanidad, sus pecados, sus deseos y su falta de ellos
y es que “existir es un hecho tan extraordinario que nadie se salva de la
perplejidad”.
En la novela de
Ricardo, además, se hace un recorrido bastante completo por la historia de la
filosofía y por los libros y autores indispensables por los que debemos pasar y
detenernos.
“Conozco mi suerte.
Alguna vez irá unido a mi nombre el recuerdo de algo gigantesco, de una crisis
como jamás la había habido en la Tierra, de la más profunda colisión de
conciencias. Yo no soy un hombre, soy dinamita”, dijo el autor de Ecce Homo, y dinamita es esta novela, impecablemente
escrita, con una urdimbre perfectamente tejida, en la que todos los personajes
son pesos pesados e indispensables y con el desasosiego, la crítica, la
esperanza y la ironía impregnando cada página.
“Sócrates soy yo”,
podría decir Ricardo, al igual que Flaubert dijo de Madame Bovary, lo creo así
después de leer la novela y saber de él.
“Hoy, de noche,
o madrugada de mañana, o
quiero decir,
noche de ayer, o ahora,
digamos.
Hoy, para entendernos,
hago inventario
de los años de mi vida, sin mayores
pretensiones,
sin arrogancia;
no persigo justificaciones ni parabienes;
sólo hago inventario,
por la mera costumbre de dejar constancia de la memoria,
por congénito espíritu de orden,
por el gusto de contar, catalogar, archivar,
los amores, los desengaños, los miedos.
¡Qué puedo hacer?
¡Qué hacer con un inventario incompleto?
Nada, señoras y señores, o
si acaso
les cambio
un día de mi vida que me sobra
por la vida de un día que me falta”.
He querido comenzar y terminar con unos
poemas de “Cucharadas de mar”, el poemario de Ricardo que, en el año 2003, ganó el premio de poesía
Villa de Leganés y que me ha parecido interesante incluir en esta presentación,
para no dejar de lado la faceta de poeta del autor, para preguntarle ahora si
tiene previsto publicar más versos, para darle la enhorabuena por toda su
trayectoria, por ser como es, por hacernos reaccionar con sus novelas algo
incómodas, agitadoras e irónicas y por llevar a cabo en su persona la frase de
Sócrates: “La buena conciencia es la mejor almohada para dormir”.
Ricardo, un par de preguntas socráticas:
¿Qué es en lo que quieres hacer hincapié con la trama de la novela?
¿Cómo llegas a esa
conclusión?
¿Cuál es, en
realidad, el verdadero secreto de Sócrates?
Te escuchamos.
Y gracias".
La librería se llenó de amigos y admiradores del escritor, de buena literatura, de una magnífica exposición, por parte de Ricardo, del proceso de su escritura, del andamiaje que levanta para pergeñar sus obras; acabó la tarde con libros dedicados, con copas de vino blanco y charlas distendidas.
Concluyó el encuentro y todos nos fuimos satisfechos.
Hasta la próxima en nuestra librería preferida: Punto y Coma.
Fernando y Lola, enhorabuena por vuestro esfuerzo y dedicación.
La noche, fuera, en la calle, se ovillaba al pie de árboles remozados y la luna, vestida de primavera, descansaba, altiva y silente, en todos los tejados de la ciudad despierta.
Muchísimas gracias de nuevo por tus palabras, Eloísa, y por tu lectura.
ResponderEliminarNos vemos pronto. Un abrazo muy fuerte.
Ricardo Rodríguez
Ha sido un auténtico placer. He aprendido mucho. Y de eso se trata.
EliminarY de enriquecerse con amigos nuevos y tremendamente válidos, como tú. Un abrazo.Y otro para Piedad.