HISTORIA DE MI EXISTENCIA.
Por Pilila Fernández de de Blas.
Pilila piensa, dubitativa, caminando a lo largo y ancho de su pisito, hoy algo revuelto, en un deseo que lleva ya tiempo madurando.
Y se dice para sí misma:
Hoy me he levantando un poco baja de moral. No he pegado ojo en toda la noche. No sé muy bien qué me pasa, y, como no tengo a nadie a quien contarle mis cuitas, he decidido, en este preciso momento, poner en marcha el proyecto que me ronda la cabeza desde tiempo inmemorial: escribir, escribir lo que siento, concretamente voy a escribir mis memorias.
Y se dice para sí misma:
Hoy me he levantando un poco baja de moral. No he pegado ojo en toda la noche. No sé muy bien qué me pasa, y, como no tengo a nadie a quien contarle mis cuitas, he decidido, en este preciso momento, poner en marcha el proyecto que me ronda la cabeza desde tiempo inmemorial: escribir, escribir lo que siento, concretamente voy a escribir mis memorias.
No os creáis que lo hago con un fin
comercial, a quién le pueden interesar la vida y milagros de una servidora; lo hago porque, aunque os sea difícil de
creer, tengo el gusanillo de la escritura desde mi lejana niñez allá en mi querido
pueblo manchego, y además, para expulsar los demonios que, últimamente, me
rondan inconmensurablemente.
Después de mucho pensar y vagar por toda la casa, indecisa y temblona, estoy sentada
ante la mesa de mi cocina, que es el lugar que creo más idóneo para ubicar mi
estudio, mi lugar de creación; he extendido las cuartillas encima, los bolis colocaditos
paralelamente a las hojas y un diccionario a mano por si hubiera alguna duda. Y un café al lado, que queda muy bohemio.
Me dispongo a hacer primero un borrador
para ver por dónde es mejor comenzar mi historia: ¿empiezo primero desde mi
nacimiento, desde el momento actual o desde el día memorable de mi boda…? De
repente me doy cuenta horrorizada que todavía no había limpiado los restos de
las chuletas de aguja de cerdo que cenamos anoche y se han producido unas
manchitas bastante inconvenientes en el papel impoluto y puede que esta coyuntura desluzca un poco el
trabajo.
Las cuartillas se las birlé anoche a
Lupe, la hija de mi vecina Maribel, que está haciendo un trabajo para la
Universidad, y, en un descuido que
tuvieron madre e hija, cuando les pedí
un poco de perejil en polvo para decorar unas patatas al ali-oli que hice para
mi Nicolás.
He tirado a la basura las cuartillas
manchadas y después de limpiar a fondo la mesa decido que lo mejor será empezar
por donde se empieza todo, es decir, por el principio.
"Me llamo Pilila, que, por si no acertáis a vislumbrar de dónde
viene, os diré que es diminutivo de Pilar Laura, pero que, al reducirlo de esta guisa le da un toque un
poco más adecuado a mi status social,
porque yo, aunque por falta de ínfulas vivo aquí en Parla, tengo
posibles y pertenezco a la botiful-pople.
Nací el 16 de Septiembre del año…, bueno
me parece que lo que os interesa de verdad es mi signo del Zodiaco, soy Virgo y
fijaos si será verdad esto del horóscopo que por unanimidad o por solidaridad, que no me acuerdo muy bien cuál de las dos palabras encaja en el contexto, pues
que casi me voy a la tumba con mi signo intacto.
Digo lo que antecede porque ya tenía 41
años cuando mi esposo me pidió salir el mismo día que me conoció en el
bar-bodega Pepe´s donde servidora trabajaba de relaciones públicas. Yo le dije
que no, porque entonces todavía no le conocía, pero le debí interesar mucho
porque insistió y, finalmente, una
hermosa tarde del mes de Julio accedí a ir con él al cine y, fijaos si
estaba impaciente por acudir a la cita, que se me olvidó quitarme el delantal
de mi lindo uniforme, con tan mala suerte, que precisamente ese día había hecho
calamares en su tinta para treinta y cinco albañiles que vinieron a un congreso
de verano, y os podéis imaginar cómo estaba de lamparones el susodicho
delantal.
Me percaté del olvido en mitad de la
película y, con la ley del mínimo esfuerzo,
me lo quité, sin que Nicolás se diera cuenta, si bien pudo ser porque estaba
muy ocupado metiendo una mano, o las dos, que ya no recuerdo, debajo de mi
falda escocesa, que yo pensaba: verás como se pinche con el imperdible dorado
que cerraba herméticamente el tablón central.
No se pinchó y me tranquilizó el hecho de que en la segunda película
dejara mi falda en paz para dedicarse por entero a meter la mano debajo de la
blusa que, gracias a Dios, no llevaba ningún imperdible..."
Me tengo que ausentar, mañana sigo. Ya que me he decidido a desarrollar mi faceta de escritora no tengo que tener pereza. Por lo que veo tengo soltura y quién sabe, a lo mejor llego a beseler.
Hasta mañana mis posibles lectores.
Y dice la vecina, dice: Pilila, me dijo luego que dejó las cuartillas esparcidas sobre la mesa de la cocina para que su Nicolás, cuando llegara, viera la joya que tenía en casa. Aunque no se lo mereciera.
*Cuadro, Mujer escribiendo (1934)
Y dice la vecina, dice: Pilila, me dijo luego que dejó las cuartillas esparcidas sobre la mesa de la cocina para que su Nicolás, cuando llegara, viera la joya que tenía en casa. Aunque no se lo mereciera.
*Cuadro, Mujer escribiendo (1934)
Hola: Me gusta, es ameno, continúa la historia, tienes que llegar hasta el final. Que bueno que tu decisión fuera escribir.
ResponderEliminarNo me extraña que salieras harta de cocinar, si hiciste hasta calamares en su tinta!
Ahora relájate, la cocina para quien la quiera.
Un abrazo por si hace falta. La clase genial.
Pues gracias. Cómo va la carta del desahuciado? Un beso de parte de Pilila, de su vecina Asiole y mía. Nos vemos.
EliminarAún sin estrenar, pero maquinando la idea. Eres buena profe. Otro beso.
ResponderEliminarPues yo estoy bloqueada. Talmente. En Babia.
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