Cuando subíamos esta mañana, algo perjudicados ya, los ciento noventa y ocho peldaños hasta llegar a nuestro piso, te he visto algo preocupado Haro y, cuando me dirigía a mi estudio, después de limpiarte, me has preguntado: -¿Por qué escribes?
Chiquitín. Te he tomado en brazos y, muy cerquita de tu oído, te lo he explicado:
Chiquitín. Te he tomado en brazos y, muy cerquita de tu oído, te lo he explicado:
Escribo porque nadie en mi familia lo hace, porque tengo
recuerdos que he olvidado, por clavarlos en el cuaderno para que no escapen; escribo
para recuperarlos y encontrar otros que, a lo mejor, no son míos; escribo
porque vivo lejos del mar, porque me acompañas en las tardes largas; escribo
porque los cuadernos sin usar me horrorizan, porque tengo miedo a la oscuridad
y al silencio.
Escribo porque quiero rescatar lo que he perdido. Escribo
porque me río mucho cuando creo que lo he hecho bien y me gustan las historias
que me cuento. También le gustaban a mi madre y a mi tía.
Escribo porque es
lo primero que deseo al despertarme y porque el deseo me dura todo el día.
Escribo para dejar claro que los domingos por la tarde me producen frío y la hora de la siesta me
seduce.
Escribo porque
quiero que mis hijos me conozcan de otro modo y para esconder entre mil poemas el
secreto de aquel día. Escribo para sacarme la espinita del deseo que no tuve y
vadear como pueda la nostalgia.
Escribo para creer que todo está arreglado o que falta
poco para ello, escribo para no sentir el tedio ni perder las ganas de soñar.
Escribo para continuar callada todo el tiempo que pueda y para que tú leas
luego mis silencios.
Escribo porque he vivido mucho y porque creo que no he
vivido lo suficiente. Escribo para preguntar.
Escribo para
encontrar palabras nuevas y estrenarlas. Escribo para salvarme, para que me
quieras. Escribo para que me leas.
Escribo porque temo a la muerte, al vacío, porque no me
encuentro bien.
Escribo para saber el final de la historia, para creerme Dios.
Escribo para saber el final de la historia, para creerme Dios.
Escribo para tener más tiempo.
Escribo porque, para hacerlo, hace falta soledad y me gusta estar sola.
Escribo porque, para hacerlo, hace falta soledad y me gusta estar sola.
Pues eso es lo que te puedo responder a lo que me has preguntado Haro, hermoso.
Y tú, mi perrete, ¿por qué ladras cuando te quedas solo, cuando no me ves, cuando no estás pegadito a mis piernas?
¿Por qué te quiero tanto?
Piénsalo y me lo dices un día de éstos.
Y lo escribo.
Y tú, mi perrete, ¿por qué ladras cuando te quedas solo, cuando no me ves, cuando no estás pegadito a mis piernas?
¿Por qué te quiero tanto?
Piénsalo y me lo dices un día de éstos.
Y lo escribo.
Hola: Escribe para que tardes-noches como la ayer, las grabes en tu cuaderno dorado, aniden en tu mente, compartas con las amigas que prefieras y descubras en cada cita, pura vida. Un abrazo desde Leganés.
ResponderEliminarUn abrazo para tí escritora. Mañana te toca. Mil besos.
EliminarMe gusta lo que Escribes xq siento que lo hubiera o hubiese Escrito yo😉 por eso te leo ! Porque me llega y me llena 😍
ResponderEliminarPues me encanta querida Soraya, que te llegue y que te llene. Con eso me quedo más que satisfecha. Amén de tu amistad y de tu energía. Un abrazo enorme.
EliminarMe gusta, aunque, amiga, el rosal no se pregunta para qué tiene que dar flores. Sigue perfumando la vida con lo que haces.
ResponderEliminarNo es exactamente la misma pregunta, pero los últimos versos pueden dar parte de la respuesta . ¿Para qué sirve lo que escribimos, para qué sirve un poema?
QUE HAGA TEMBLAR TUS HOJAS...
Preguntas: ¿De qué sirve la poesía?
Y el corazón se llena de silencio.
¿De qué sirve el aroma de las flores?
¿De qué, la brisa o latir del viento,
el gesto de unos ojos o sonrisa,
la voz del agua, el trino del jilguero...?
No existe, al parecer, un matemático,
lumbrera del recóndito universo,
que investigando tal interrogante
confirme fácilmente resolverlo;
y no darán respuestas quienes solo
declaran con la voz del sentimiento,
alguien tan impostor como un poeta
no puede dar dictamen sobre eso,
ni él sabe de qué sirve su poesía,
pero sigue soñando... y escribiendo.
¿Hay algo más doliente que ese astro,
en el deshabitado firmamento
sin conocer por qué es su cometido
donar la vida que a él le niega el fuego?
Así el poeta siente que algo obliga
a desprender las llamas de su pecho
¿Para qué?, cuando quizá se pierdan,
lo mismo que la luz, entre los hielos
oscuros de asteroides y planetas
que hicieron de la noche su elemento.
¿Para qué?, si el verso es una brasa
que ennegrece el papel donde está impreso,
y un papel chamuscado puede ser
que un instante después acabe ardiendo.
¿Preguntabas, de qué sirve un poema?
No existe parecer que sea certero.
Tanto da resolver para qué sirve,
lo importante es que vierta su secreto
y haga temblar las hojas de tu árbol
aunque no puedas percibir el viento.
Primitivo Oliva
Vaya lujo Primitivo, tendré que colocar este precioso poema en alguna entrada en el blog, con algunas reseñas de tu biografia. Ya hablamos y te las pido. Un abrazo.
EliminarSi quieres lo pongo en los comentarios de Facebook donde esta tú has escrito
EliminarUsted poeta puede poner lo que quiera en mi muro. Siempre le dará categoria. Un abrazo. Feliz verano. Es que quiero, además, poner algún día algo, con algunas preguntas y con fotos de sus esculturas. Ya hablamos.
ResponderEliminar¿¡Pero qué puse en mi anterior comentario¡? Me nos mal que eres inteligente y has comprendido.
EliminarFeliz verano amiga.