Al caer la noche la caravana del desierto se detiene.
El muchachito encargado de los camellos se acerca al que guía la caravana y le dice:
-Hay un problema, tenemos 20 camellos y 19 cuerdas, así que ¿como lo hacemos?
El guía le responde:
-Mira, los camellos son bastantes tontos, así que, después de atar a todos los demás, acércate al lado del último camello y haz como que lo atas. Él se va a creer que lo estás atando y se va a quedar quieto.
Un poco desconfiado, el muchacho va y hace como que le ata y el camello , en efecto, se queda allí, paradito, como si estuviera atado.
A la mañana siguiente, cuando se levantan, el cuidador cuenta los camellos.
Están los veinte.
Los mercaderes cargan todo y la caravana retoma el camino. Todos los camellos avanzan en fila hacia la ciudad.
Todos menos uno, que queda allí.
-Jefe, hay un camello que no sigue a la caravana.
-¿Es el que no ataste ayer porque no tenias soga?
-Sí, ¿cómo lo sabe?
-No importa. Ve y haz como que lo desatas, porque si no, va a seguir creyendo que está atado y, si él sigue creyéndose atado, no empezará a caminar.
Os deseo feliz jueves.
¿Cuál es vuestra soga?
Ah, pues me alegro.
Hasta mañana.
Será la entrada número 100.
¿Lo cienlebramos?
¿Cuál es vuestra soga?
Ah, pues me alegro.
Hasta mañana.
Será la entrada número 100.
¿Lo cienlebramos?
A veces, es la mente quién nos ata, nos ofusca. Deberíamos saber pensar solo lo necesario, casi nada.
ResponderEliminarLo vas consiguiendo, el 100 es un gran y bonito número. Feliz víspera.
La mente, esa tirana a veces. No sé si la soga, real o imaginaria, me impedirá más celebraciones. Quizá con apoyos como el tuyo y de otros amigos y amigas entrañables se podrá conseguir. Abrazos libres.
ResponderEliminarAunque no se conoce el autor, a veces, somos como camellos sin cuerda. El cuerpo, la mente, las creencias... En fin ataduras que nos dan o nos imponemos. Suelta la cuerda y vive.
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