Buenos días gente guapa.
Ayer os conté la historia de mi encuentro fortuito con Khalil y su pequeño libro, fruto de la amargura de sus días y su experiencia en el camino.
Y os prometí una nueva historia.
Aquí os la dejo:
Hubo una vez un hombre rico muy orgulloso de su bodega y del vino que allí había; y también había una vasija con vino añejo que guardaba para alguna ocasión sólo conocida por él.
El gobernador del estado llegó a visitarlo, y aquél, luego de pensar se dijo: "Esa vasija no se abrirá por un simple gobernador".
Y un obispo de la diócesis lo visitó, pero él dijo para sí: "No, no destaparé la vasija. El no apreciará su valor, ni el aroma regodeará su olfato".
El príncipe del reino llegó y almorzó con él. Mas éste pensó: "Mi vino es demasiado majestuoso para un simple príncipe".
Y aún el día en que su propio sobrino se desposara, se dijo: "No, esa vasija no debe ser traída para estos invitados".
Y los años pasaron, y él murió siendo ya viejo, y fue enterrado como cualquier semilla o bellota.
El día después de su entierro, tanto la antigua vasija de vino, como las otras fueron repartidas entre los habitantes del vecindario. Y ninguno notó su antigüedad.
Para ellos, todo lo que se vierte en una copa es solamente vino.
Buena, ¿verdad?
Pues ahora vamos a tomarnos una copa de ese vino que guardamos para una ocasión especial.
Estad seguros que es ésta.
Carpe diem.
El ahora.
Os deseo lo mejor.
Hasta mañana corazones.
Es como los perfumes, que guardas para ocasiones celebres. Cuando lo especial es cada dia, lunes o miercoles. Poner sabor a los momentos, merece la pena. Besos.
ResponderEliminarLo sabemos pero pocas veces lo llevamos a la práctica. Abrazos esparcidos al por mayor.
EliminarYa sabes... Nada de guardar... Dar y recibir, sin espera.
ResponderEliminarComo debe ser, reina. Un abrazote sin espera.
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