sábado, 27 de julio de 2024

El rincón de Asiole

 

"De noche oigo en mi cuerpo la carcoma", es el título de mi último poemario. Es un verso de un poema de mi amigo Federico Gallego Ripoll, que tuvo la amabilidad de prestarme para dar título a mis cuitas, a mis desórdenes nocturnos. No desconecto. Me llevo a la cama el desenlace de algún relato que se resiste, la rima impertinente de alguna décima, el final del capítulo de la novela que tenga entre manos.
Se me va la vida por la noche. Me obsesiona el tiempo perdido. Tengo prisa por ir en su búsqueda.
Ahora son las cinco de la mañana, tengo en la mesa una segunda taza de café y el jarrón con las rosas amarillas que me trajeron ayer con motivo de mi cuarenta y nueve aniversario de boda. Estoy intentando escribir, continuar con la historia de mi novela Cerrado por amor. El lubricán avanza tímido, le escucho llegar por un horizonte que imagino, lo adivino por un resplandor que necesito.
Vuelvo a leer lo último que he escrito:
"El paseo por el Retiro con Angustias ha estado relajado y ameno, hemos tomado unas horchatas sentadas al sol, con la explosión de vida que regalan los niños montados en sus bicicletas o jugando al balón, sus gritos de júbilo; hemos permanecido largo rato con la cara levantada al incipiente verano, relajaditas, sonrientes, pero esta mujer ha salido del hospital peor que entró, con una tristeza y una nostalgia que no puede disimular. La he invitado a cenar conmigo, pero dice que se va a acostar pronto y que sólo se tomará un vaso de leche fresca. Espero que no le eche mayonesa.
Yo me voy a beber una jarrita de gazpacho y un san jacobo que me sobró del mediodía y también me acostaré pronto.
Después de todo mañana será otro día, como dijo Scarlett O´Hara en aquella película, Lo que el viento se llevó y ante un Rhett Butler indiferente. Ella tenía su tierra, su hogar, su amada Tara y eso es lo que tenemos que encontrar Angustias y yo, nuestra Tara, nuestro sueño, el objetivo".
Y me levanto para darme tregua, acaricio a Chewie y vuelvo a sentarme para colocar los dedos sobre el teclado. Y hago un esfuerzo por recordar el sueño, estoy segura que por la noche supe cómo continuar, que descubrí cómo desenredar el nudo gordiano .
Y, no sé porqué, recordé el caligrama que me hizo mi gran amiga Aman, lo he buscado y ahí encontré la respuesta: estoy compuesta de palabras. Abducida.
También de día oigo en mi cuerpo la carcoma.



"Se puede prohibir el agua, la sed, no".

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