sábado, 17 de diciembre de 2022

Hoy es 17 de diciembre

 

No camino. No bebo agua. No como fruta. No me cuido el rostro ni el cuerpo con cremas. No me río. Duermo poco y mal.

      Cuando cumplí los cincuenta, lo recuerdo bien, y hace unos días, revisando antiguos cuadernos lo he vuelto a leer y recordar, me dije: "A partir de los cincuenta, un deseo es una urgencia". Es decir, me voy a cuidar, voy a realizar mis sueños, me voy a enamorar de nuevo, me voy a comer el mundo...

     Han pasado casi veinte años y ahí sigo, encapsulada en la frase, haciendo, religiosamente, todo lo que he puesto al principio. Con dos cojones.

      Hoy, en la ducha, me he dicho, de nuevo: Eloísa, hoy vas a caminar. ¡¡¡Enga, machota, que tú puedes!!! 

      Pantalones cómodos, playeras, un pequeño bolso en bandolera, los cascos en los oídos para no perder el tiempo e ir escuchando alguna entrevista guapa y me he tirado a la calle.

      Iba contenta. Me sentía bien. Aunque se me había olvidado darme la crema.

      Pensando en lo mío. Convencida de que había tomado una buena decisión.

      "Los minutos se hacen horas, cuando espero tu llegada". La frase, el primer verso que esperamos siempre los poetas para continuar, el que nos envían los dioses cuando ellos quieren. ¡Qué bueno!, pensé. Lo grabé en el móvil. Seguí andando. Había recorrido, así, a ojo, unos quinientos metros. Me gustaba mirar la alfombra de hojas del otoño, el frescor de la mañana en la cara...

      Y no pude continuar. Me di la vuelta, a casa, al tajo, a mi estudio. Me esperaba una décima con estos dos primeros versos. No había nada que me apeteciera más. 

     Y aquí estoy, un par de horas después, en mi mesa, en mi particular paraíso, acompañada con los regalos de mis amigas sudamericanas que encontré en el IV Congreso Mundial de la Letras Hispanas que organizó el grupo hermoso de Asorbaex y con el que, durante una semana, hemos recorrido el corazón de la península en una suerte de encuentro literario perfecto y enriquecedor. Mi taza personalizada, mis bolígrafos llenos de tinta mágica, mi cuaderno, en el que ya he pergeñado el poema con los primeros versos que me han regalado así, sin esperarlo. Feliz.

     Puede que hoy, casi veinte años después, (nunca es tarde), crea de nuevo que un deseo es una urgencia y comience a cambiar de hábitos. Puede que mañana me atreva a beber un vaso de agua, puede que logre caminar hasta aquella esquina en la que, quizá me espere un nuevo amor, puede que me acuerde de darme esa crema mágica que convierta la arruga de hastío en una mueca de esperanza. Puede que te encuentre y te abrace. 

     Los minutos se hacen horas, cuando espero tu llegada.

     Voy a pintarme las uñas.

         

      


2 comentarios:

  1. Qué sorpresa! 🤔 no sabía que tenías un Blog. Un gusto leerte. Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, cariño. Lo tengo un poco abandonado. Demasiadas cosas, ya sabes. Me alegro de tu comentario y enhorabuena por tu entrevista del otro día con José Manuel. Un abrazo y felices fiestas.

      Eliminar