Disparos.
Me
he levantado temprano, me despierta siempre ese cosquilleo de los dedos, tan característico
y habitual, que me impulsa a saltar de la cama para escribir.
Para
escribirte.
Mi
perro se asusta ante el repentino arco del edredón y el abaniqueo loco de
piernas y de brazos.
Salgo
disparada hacia el estudio y tomo el primer bolígrafo que veo encima de la
mesa. El cuaderno ya lo dejé abierto por la noche, preparado, por la certeza de
semejante comezón.
Me
he levantado temprano, te decía, y puede que escriba… “me muero por un café, no
he dormido bien, me gustaría que hoy
lloviera, o te echo tanto de menos…”
Cualquier
cosa, da igual si comienzo por el primer verso de un poema ignorado o el título
de un micro, que luego acaba en
relato largo y denso, aburrido y olvidado, sin terminar.
“Te
echo de menos”, escribo de nuevo más adelante, y abro las piernas sin darme
apenas cuenta y retuerzo el cuello en un estiramiento sensual y eléctrico. Y
cierro los ojos.
Y
me levanto la puntilla del camisón amarillo y elevo las puntas de los pies.
Y
miro a través de los ventanales sucios de tantos días, a las cumbres nevadas de la sierra que se
vislumbra en el horizonte, a lo lejos, por encima de los tejados y las
chimeneas y los platos desmesurados de las antenas, por encima de las nubes y los sueños,
de mis sueños, de los sueños que tuvimos.
Te echo de menos.
Y
miro mis piernas dispuestas. Y la puntilla doblada del camisón amarillo.
Y
comienza a llover.
Morir
y resucitar. Resucitar y morir tantas veces.
Y
aunque el hormigueo de los dedos persiste, y aunque no es lluvia lo que me
moja, cierro el cuaderno y las piernas y afronto la vida de nuevo.
Como un disparo. Como disparos.
Sensual. Sexual. Libre.
ResponderEliminarBesos Mari Carmen. Ya nos vemos. Libres.
EliminarHola. No sé si es poema ignorado o sabido, o puede que relato indefinido, pero si sé que es intenso, inmenso y denso. Pero ¡continúalo! aunque sea en la trinchera. Besos.
ResponderEliminarEn la trinchera nos veremos. Para continuar, para continuarlo. Besotes.
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