“No fue un sueño, lo vi: la nieve ardía”
(Angel González)
Cuando desperté
la nieve ya llevaba horas inundando los cristales
de sueños.
Una colcha blanca había escondido,
sigilosamente,
los árboles del jardín y
hermoseaba los tejados
de la fealdad de las cubiertas desvencijadas,
vencidas por el arrase del tiempo.
Mi perro olía la belleza en las esquinas
y se detuvo extasiado
cuando salimos al milagro.
La nieve nos acarició ¿recuerdas?
con copos de vida;
yo reía y tú
me golpeabas los hombros con bolas
de inocencia y besos.
Me pasé todo el día con los ojos
imantados en la blancura,
en el prodigio,
sonaba música suave en algún rincón de la casa
y mi perro
escuchaba conmigo
el silencio de los dioses.
La función se rindió al final de la tarde.
Mañana pondré el pie en otra alfombra,
se levantará otra luna
y pensaré en ti
y me tocaré el hombro
con la huella,
todavía,
de aquella bola de nieve
con la que me ofrecías,
sin palabras,
un extenso manto albo,
plateril,
donde labrar nuestras huellas.
*Imagen tomada de la red.
Otra nieve. ¿Recuerdas? Calcetines guanteros.Frío, mucho frío. Calor en el alma y en los corazones. Y hoy, después de algunos años, la nieve se hace espuma en sendas copas de cerveza.
ResponderEliminarFue un día frío, pero caliente en sentimientos. Fue un disfrute. Lo de hoy también. Abrazos.
EliminarA veces, cuando un manto de nieve, rocío mañanero o escarcha nocturna, te cubre la piel, alguien te toca el hombro y te dice ¡hola! de pronto, todo tiembla y se derrite. Buena semana. Un abrazo. No olvides el blog, se queda triste.
ResponderEliminarUn abrazo. Tienes razón, el blog tiene ese aire de jubilado que brega entre mantener el tipo y buscarse otros horizontes. Ahí estamos reina. Otro abrazo.
Eliminar