Hola corazones.
Ya sabéis lo que se "celebra" hoy.
Haremos los encuentros que se precisen y las abluciones que haya menester.
Pero para nada. Como te lo digo.
Subo hoy a mi blog una carta que envié en el año 2003 para la II Edición de los Premios 25 de Noviembre "Cartas a un maltratador", que convocó el Área de Promoción de la Igualdad y Empleo del Ayuntamiento de Madrid.
La carta quedó seleccionada y fue publicada en un libro plural con otras cartas de denuncia.
Y seguimos igual. O peor.
O sea que...
Libro editado y premio, una escultura de Charo Villa.
La carta es ésta:
Felicidades.
Hoy hubieras cumplido 78 años. Yo los cumplo, ya lo
sabes, la semana que viene.
Somos de la misma quinta, como solías decir a menudo.
Hacía mucho tiempo que no venía al cementerio, pero es
que he estado muy ocupada y, además,
quería traerte, cuando viniera, esta carta como regalo de cumpleaños y
como despedida.
No pienso venir más, ya me traerán cuando llegue mi
hora, aunque eso sí, no me esperes, no dormiremos juntos el sueño eterno, ya me
he procurado otro apartamento para
descansar. No me dejaste tener una buena vida, y mucho me temo que tampoco me
dejaras tranquila en la muerte.
¿Te has fijado en la carta? La he escrito yo.
Hace tres años me apunté a un curso de alfabetización de
viejos y, ya ves, ya sé escribir.
Ya no soy una burra ni una analfabeta como me llamabas;
aunque quiero que tengas una cosa clara: nunca he sido burra ni analfabeta,
aunque no pude ir a la escuela.
He sido, tú lo sabías, Eusebio, una mujer valiente,
decidida y guapa; sí, basta ya de modestia, he sido guapa, buena madre y,
créeme, mejor esposa.
Podíamos haber sido muy felices. Teníamos tres hijos
maravillosos y nunca nos faltó el dinero, lo justo, pero debido a mi buena
administración, suficiente.
¿Qué me ves muy soberbia? ¿Y qué, me vas a pegar?
Ya no puedes; me has maltratado durante muchos años,
demasiados, prácticamente desde el primer día de nuestro matrimonio, y lo que
más siento es que yo lo veía casi normal.
Y callaba.
En aquellos tiempos, ¿a quién se lo iba a decir?
Hoy las mujeres lo cuentan, hasta en la televisión,
Eusebio; y yo lo veo bien, que se sepa, que aunque cueste arrancar esa mala
hierba de los malos tratos, por lo menos se le dé aire, que no se lleve en
silencio, con vergüenza, como una penitencia inútil e injusta, como yo la he
llevado durante casi cuarenta años.
No te puedo perdonar que me negaras una existencia
apacible, tranquila. ¡Con lo corta que es la vida y cómo me la has amargado!
Qué tonto fuiste, Eusebio, qué simple, aunque supieras
leer y escribir y te creyeras por eso superior a mí. Has sido siempre un pobre
hombre, corto de luces, por más que yo te engrandeciera delante de tus hijos,
ocultando siempre las palizas, los insultos y el desprecio que te inundaba los
ojos cuando me mirabas. Podías haber sido más hombre y haberte ido, quizás
hubieras sido feliz en algún sitio, y nosotros también.
A pesar de todo, siempre te respeté y te cuidé lo mejor
que supe. Pero no me lo agradezcas, el agradecimiento es una cualidad que tú no
sabes cómo emplear. Ahora vivo muy feliz rodeada de nuestros hijos y nietos.
La Paqui ha tenido gemelos, dos niños preciosos, y Juan y Damián siguen con la parejita, que
se han convertido en unos adolescentes guapísimos. Me apena que nunca hablen de
ti, pero por mucho que yo lo quise ocultar, los chicos se daban cuenta y
quieren olvidarlo.
Todos queremos olvidarlo.
Qué felices podríamos haber sido Eusebio... con lo corta
que es la vida.
A pesar de todo, te envío, donde estés, un beso, por si
hubo algún buen momento, aunque no lo recuerde.
Tu mujer.
Herminia.
Yo, como me conozco, prefiero no decir nada más.
Que todos los eventos que se hagan hoy no queden ridículos e inútiles.
Buen día.
Mañana os espero.
Buena entrada amiga. Habrá que seguir en la brecha, para ver si se pueden evitar otras brechas. Sí, con lo corta que es la vida! Aunque se endurezca el caparazón, el depredador siempre llega a tiempo y muerde. Un abrazo especial en este día.
ResponderEliminarEs un problema muy dificil de solucionar. Está demasiado arraigado y, en cierto modo, casi normalizado. En fin. Seguiremos intentándolo. Otro abrazo especial.
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