Una
mujer entra en la pregunta,
se pierde en sus recovecos,
se golpea los hombros
en las esquinas,
tropieza en sus baldosas
levantadas,
parpadea ante el ruido
de la incógnita.
La mujer sigue avanzando,
casi a ciegas, busca,
pero no encuentra
el interruptor que ilumine
sus dudas.
Un día, al fondo,
le parece ver una salida,
algo de claridad,
la respuesta.
Pero despierta y comprende.
No hay indulto para su
crimen.
(Del poemario en periodo de gestación. Circuito cerrado).
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