Julio hermoso, de este año hermoso.
Mi nieta Martina se quiere unir a la algarabía y el misterio de nuestra Villa Favorita, y llega una mañana con su pequeña maleta y su oso Viernes. Con su sonrisa y sus abrazos calentitos.
La felicidad se duplica. Los cuentos, antes del anochecer, tienen ahora un público más cómplice. El eco de los aplausos se oye durante más tiempo. Hasta que la luna derrama su capa blanca y suave sobre sus cuerpecitos dormidos.
La casa bulle con sus risas. Los cojines bordados ruedan ahora, libres, por el suelo y por los escalones que suben a la buhardilla. Los cuentos, se abren por todos lados. Los colores de las acuarelas y las ceras decoran rincones que desconocía.
Recuerdo ahora un mes de diciembre, cuando escribí una entrada en esta casa, anunciando mi alegría:
http://pardocastroeloisa.blogspot.com/2017/12/las-aventuras-de-martina-y-eneko.html-
Desayunamos sentados en el suelo, debajo de la parra, inventando alguna historia, luego iremos a la calle a descubrir aventuras; yo, con mi sombrero de buscar poemas de nietos y abuelas locas; ellos, con sus mochilas repletas de inocencia y sueños.
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