martes, 25 de febrero de 2020

Reseña de un poeta amigo.


Y me levanto y, con un café, abro el ordenador para comenzar el trabajo del día, para intentar pergeñar alguna historia, rematar el poema que esbocé hace tiempo o continuar la novela que ya se ha procrastinado demasiadas veces. 
   Y quizá el ánimo no está predispuesto para esos menesteres de tan alto voltaje literario. Piensas que está todo perdido. Te empieza a arañar la espalda la sombra del impostor.
   Y, de repente, aparece en la pantalla la portada de tu último poemario y ves que un amigo te dedica un abrazo de palabras.
   Y lees.
   Y se te queda el café frío y comienzas un nuevo poemario. Como si te creyeras.
   Quiero dejar en mi blog, mi casa, la vuestra, esta reseña que me ha regalado Alberto Morate. 
    Y agradecérselo.






"Hoy me he levantado sin piel",
dice, para dárnosla a nosotros,
para mostrarse tal cual es,
y que la alivien nuestras lágrimas de emoción,
mientras ella nos pide perdón por tanto sentimiento desbordado.

Nos ofrece su "Piel" y sus domingos perdidos,
su "rosa de los vientos", y sus "esquinas dobladas",
"el abanico de sus nostalgias",
y la "luna menguante" que se llena cuando ella la escribe.

La poeta se desuella despacio,
arrancándose poemas de su cotidianidad de mujer girasol
y no quiere que su desnudez sea solo de fachada.
Como le aprietan las costuras del poema
no duda en desprenderse de tormentas,
en deshilvanar silencios y espacios en blanco
para precipitar la poesía contenida que lleva en los ojos
y ahí están sus paseos buscando la palabra que huye,
y la encuentra, y se enfrenta a ella,
con todos los fonemas,
con todas las consecuencias,
aunque se le cayera el pelo, pero la sonrisa no.
Nunca la sonrisa,
porque es terca, y mujer, y poeta.
Yo sabía de ella,
la seguía de forma discreta,
por temor a importunarla,
por un poco de vergüenza,
porque la oía respirar
al otro lado del verso
con fuerza.
Pero ahora que he podido comprobar
que ya nos conocíamos de antiguo,
que hemos llegado al mismo horizonte
por distintos caminos,
ella me ofrece su Piel
y yo mi Amplexo,
ella me da su gran fortaleza y su mucha emoción
y yo le otorgo la poca que me queda.



2 comentarios:

  1. Eso es lo que se llama descubrir a la perfección el espíritu y la esencia de una poeta castellano-manchega que arrebujada en su Piel, desayunando bajo un Membrillero de oro, latiendo su corazón al sentir Besos de nitroglicerina, llega a mostrarnos los Trampantojos de la vida. Reseña bonita, para anotar en el cuaderno dorado. Dª Eloísa Pardo.

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  2. Bonita reseña, desde luego, los amigos hacen estas cosas. Estamos pasando por este paréntesis, esta parada obligatoria, cuando todo pase, querida amiga, celebraremos los trampantojos de la vida. Un abrazo sin miedo.

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