"Llegó un momento en que el riesgo de permanecer apretado en el capullo de la flor era más doloroso que el riesgo de florecer".
Anäis Nin.
1 de Diciembre, martes
Querido
diario:
Esta
mañana ha bajado el frío
a
la calle.
No
me di cuenta cuando me levanté,
los
cristales engañaban.
Había
cierto calor en la alcoba,
como
un residuo del pasado,
como
una esperanza.
Un hilo
fino pero terco,
que
aún resiste
el
ansia que me incita
a
bajar los brazos y parar.
Pero afuera, en la calle,
en
las baldosas sucias de las aceras,
mojadas
de un color triste,
se
esparcía el desconcierto.
En
las copas de los árboles huesudos,
se
demoraba, despreocupado, el sol.
Yo
percibía su lucha en el pecho,
en
la lengua sedienta
y en el comienzo de los muslos.
Bajé
lento por la alameda,
pero
me detuve en el recodo de la fuente,
allí
donde te vi por última vez.
Me
detuve, digo,
y
volví a recorrer el camino de la casa.
Desandé
la mañana
para
volver al amparo.
Me dí cuenta después,
tarde,
que
el sol ya se había extraviado
tras
la memoria.
¿No
sabes que estoy muerta?
2
de Diciembre, miércoles.
¿De
dónde sacan el impulso final
los
suicidas?
¿Cómo
es el momento en que avanzan
hasta
el abismo?
¿Qué
hora prefieren?
He
pasado la noche escribiendo rencores que me disculpen.
A
tus ojos, digo.
Para
que perdones la huida,
para
que no te muerda la culpa.
Mientras
acudo al salto, escribo.
Las
palabras me sujetan el ansia,
el
olor de la tinta
me
detiene.
Hoy me cuesta pronunciar las palabras.Es una tarde con sol pesado, tórrido, pero las aceras siguen con esas manchas que difícilmente salen. No sé cuales son las horas en que se puede ser feliz, pero sí los momentos que te amarran para no serlo.Un abrazo.
ResponderEliminarSon zonas de sombra durante el paseo. Éste es un poemario triste de un Diciembre que hay que olvidar. Un beso.
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