I.
Se contonea Agosto,
alejándose para siempre
entre las esquinas
del pueblo dormido.
Se detiene unos instantes bajo los soportales de la plaza
augusta,
atento al balanceo de
las campanas,
alborotadoras y
ajenas.
Doce avisos.
Luego, con dignidad y en silencio,
sube la calle empedrada
camino del final, del destierro.
Roza la Cruz del Siglo
y continúa hacia los olivares,
hacia el pasado,
hacia el recuerdo.
Y, en la oquedad de la noche,
un Septiembre tímido abre su capa, lento,
para descubrirnos una promesa
de otoños nuevos.
II.
Y me tiemblan las calles y las horas
en este caldo añejo en que braceo.
Es lenta la agonía.
No amanece.
Y oigo el susurro del mar, tan lejano,
entre las sábanas húmedas y agotadas
y me hundo más en la desgana.
Y lanzo la esperanza hacia la anchura.
Y respiro vencida.
Y no amanece.
Aunque la madrugada buscando un rayo de luz, sea larga, siempre amanece.Aprovecha los últimos coletazos de Agosto y disfruta lo que puedas. Un abrazo.
ResponderEliminarEn eso estamos, aunque a veces cueste. Ya nos veremos en un, espero, otoño cálido. Mil besos.
EliminarLa anchura te devolverá la esperanza y te despertará una bella amanecida.
ResponderEliminarAsí será amiga. Ya pronto caminaremos juntas. Un abrazo.
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