Esta mañana, temprano, con el susurro de Leonard Cohen bailando entre mis dedos y mi garganta, he estado colocando el desorden de mi biblioteca. Hojeando y ojeando. En la gloria. Me detenía de vez en cuando para darle un pequeño sorbo al café y admirar tanta vida entre las estanterías. En una de esas caricias, se me ha caído mi poemario Piel y ha quedado abierto, como sorprendido, abrazado a un montón de libros que esperan, pacientes, su acomodo. Y lo recojo, con mimo, como al hijo que tropezaba nervioso en sus primeros pasos. Y leo. Y vuelvo a recordar: que era una niña solitaria, que me gustaba pasarme las tardes viajando sola por mi imaginación, mirar por las noches la línea del horizonte, con aquel cordel de luces chiquititas y nerviosas que me encelaba a pensar otros mundos, o sentarme, junto a mi abuelo, a leer los libros que me ofrecía.
sábado, 12 de abril de 2025
Eso que llamamos vida.
miércoles, 9 de abril de 2025
El abrigo era rojo
Veo esta foto y me llega el olor de esa mañana. De todas las mañanas de cada seis de enero, cuando mis tíos me llevaban al Circo Price. Después de la sorpresa de descubrir todos los regalos dejados por sus Majestades de Oriente, me esperaba un desayuno en Madrid y disfrutar de una sesión de circo. Tan deslumbrante, tan mágico, tan luminoso y sorpresivo.
lunes, 7 de abril de 2025
De ansias y sosiegos
jueves, 3 de abril de 2025
En este momento no le puedo atender.
"Ha llamado al…, en este momento no le puedo atender, si lo desea puede dejar un mensaje después de oír la señal. Gracias.
domingo, 30 de marzo de 2025
Hay sábanas tendidas
Se llamaba Paco. Me veía pasar con libros en la mano por delante de la gasolinera que había cerca del instituto donde yo estudiaba. Él era el gasolinero. Moreno y guapo. Un día me estaba esperando a la salida de clase y se ofreció a llevarme la pesada mochila. Así estuvo durante todo lo que quedaba de curso. Mi bello y silencioso porteador. Más tarde, durante los meses de verano, yo iba a casa de un primo de mi padre a practicar con la máquina de escribir. Estudiaba también taquigrafía y mecanografía. Y, aún no tenía máquina propia. Paco me esperaba en la esquina de mi casa, me acompañaba por toda la calle Marcelo Usera hasta principio de Legazpi, donde vivía el primo Gregorio. Se sentaba en un escalón del portal y esperaba paciente una hora hasta que yo bajaba, hartica y gozosa de aporrear las teclas. Y volvíamos a mi casa en silencio.
jueves, 27 de marzo de 2025
Por donde entra la luz
Quiero llorar porque me da la gana, dijo un día Lorca.
jueves, 20 de marzo de 2025
Aún te recuerdo
Nací en un terreno extendido y se me siguen encendiendo los ojos en la soberbia de sus atardeceres. He vivido en siete casas, pero siempre me gusta volver a mi hogar. Me he enamorado pocas veces.
Aún te recuerdo.
Salté de un tren un segundo antes del choque inevitable y he visto casi todo. Me gusta perderme entre árboles. Me gustan mucho los árboles, el misterio de las esquinas y el silencio. Me cuesta olvidar un desencuentro. Me aterroriza la hora de dormir y continúo así al despertar. No imagino vivir sin libros, sin cinco bolígrafos escondidos en la mano y sin trescientas libretas guardadas en la despensa. Odio cocinar y las lentejas. Haro y Chewie son mis perros. Ellos lo saben todo. Busco el remanso de la siesta en todas las horas del reloj. De pequeña, la evitaba. Intento recordar el olor del pecado y sólo acude a mi boca el sabor del olvido. A veces, me acuesto con los tacones y me tiemblan las rodillas si me levanto con los labios inocentes. La lluvia me comprende, me tranquiliza y las tardes de verano me aceleran la cobardía. Soy más bien de mirar la luna. La luna y la danza voluptuosa de las hojas del álamo.
lunes, 17 de marzo de 2025
Reseña, por Julián García Gallego
Barraleñas
Otro regalo recibido por mi visita a la Tertulia del Grupo Literario Guadiana el pasado sábado. Unos preciosos y entrañables poemas de mi amigo Manuel Mejía Sánchez-Cambronero. Gracias, maestro. Me sigue durando la felicidad.
jueves, 13 de marzo de 2025
Confesión
No os digo la verdad. Os saludo con una sonrisa todos los días, y los domingos os cuento una historia con final feliz. Me coloco una capa de júbilo para ocultar el neopreno de tristeza que me oprime la cintura. Si me veis, seguidme la corriente. Pero, ya lo sabéis, a veces miento. Este poema se esconde en mi libro "Besos de nitroglicerina en el corazón". Hace diez años que se publicó. Y sigue siendo verdad. Cada mañana tengo que saltar de la cama, con la ansiedad y el miedo estrujando sin piedad mi pecho herido. Abrir ventanas, dejar, bajo la ducha, que la incógnita corra hacia el desagüe, abrazarme al café caliente y apresar un puñado de bolígrafos para que regrese la claridad y el sosiego. Solo eso me salva, la seguridad del bolígrafo en la mano. Y el campo abierto y ofrecido de un cuaderno. Sólo eso. El miedo a la muerte, tan feroz; el hueco de tantas ausencias; la tristeza de un futuro que no será, la fragilidad del instante. Hoy, toca confesión, amigos. Sin pudor. Ya no lo tengo. Y es por eso que vuestro cariño me mantiene en pie; que el abrazo intenso del nieto me hace tambalear de esperanza, a mí, que nunca he sabido abrazar; que un pequeño escrito me ancla al mundo; que la publicación de un nuevo libro me vacuna durante un tiempo de esta enfermedad que ya se ha vuelto crónica, que la edad ha agravado; es por eso que necesito llenar libretas, leer, sentiros cerca, sentarme, durante horas, delante de mi biblioteca para agradecer. Disculpad el brote. Perdonad mi temblor. Si me veis, estaré sonriendo. Seguidme la corriente. A veces, miento.
martes, 11 de marzo de 2025
Gary Cooper que estás en los cielos
Me gusta ver las películas de Gary Cooper porque me recuerda a mi abuelo. Tenían cierto parecido. En la boca, en la altura, en el porte, en la forma de llevar el sombrero y hasta en la manera de sujetar el cigarrillo.
domingo, 9 de marzo de 2025
Libre
No me quise ir con mis padres y una de mis tías a dar una vuelta por el barrio. Me quedé con mi tío, el fontanero, aquella tarde en que se dispuso a colocar un cerrojo nuevo en el baño de la casa grande.
miércoles, 5 de marzo de 2025
Trapecio
Me enamoré, me enamoré, me enamoré.
domingo, 2 de marzo de 2025
De hormigas, de cicatrices y de petricor
Mi madre me dio un trozo de pan y una onza de chocolate y me bajé a la calle. Me senté, como siempre, en el escalón de la entrada al portal, cerca del hormiguero. Mi padre estaba jugando al dominó con algunos amigos en una de las mesas, en otras, unos vecinos jugaban a las cartas. El dueño del bar había regado un poco por alrededor y un olor conocido y amable llenaba aquel trocito de paraíso. Yo me comía lentamente el chocolate, el pan lo desmigaba para abastecer a mis amigas. En mi libro Piel, tengo el poema que les hice tiempo después a mis queridas hormigas. Creo que me conocían, no me cabe la menor duda. Luego me fui a dar una vuelta. -No te alejes mucho, me dijo mi padre cuando fui a besarle.
jueves, 27 de febrero de 2025
Mi vestido de flores
Vi el vestido en una revista y me gustó. Mi madre buscó la tela. Lo estrené un viernes para ir al médico. A Pontones. Era la primera vez que iba sola. Solo era para pedir una receta de vitaminas. En la sala de espera, cuando levantaba la vista del libro que estaba leyendo, me encontraba con la mirada de aquel hombre. No sé qué edad tendría, para mis catorce años, me resultaba muy mayor. Él me había dado la vez. Cuando salió de la consulta entré yo.
martes, 25 de febrero de 2025
Contigo
Sigo mirando álbumes envueltos en papel de seda de tiempos pasados. Sigo enredada en el recuerdo de mi madre. En esta etapa de nostalgias e impotencias.
En todas las fotos, ella mirando a mi padre. Enamorada. Él, tan guapo, ella, tan entregada, tan sabia. Mi padre, con su pelo oscuro y rizado, con aquellas canas bonitas al final de su vida, con una boca carnosa y amable que, por fortuna, han heredado mis hijos y nietos. Con un don innato para gustar a todos. Tan entregada, digo. Cuando mi padre murió ella tomó el testigo. No era débil, ni sumisa, nunca lo fue. Simplemente quería que su marido brillara con la luz de los dos.