miércoles, 11 de diciembre de 2013

Y se hizo la luz...




Se escondió en el cuarto de baño agarrada a un bote de pastillas para dormir.
Era lunes y comenzaba la primavera.
El espejo reflejaba el vacío, la luz no desprendía calor y, en el suelo, una horquilla gritaba su perplejidad al lado de la báscula.
Hacía mucho tiempo que no se pesaba, aunque según su marido había aumentado de peso en el último año.
En el último año se habían producido demasiados cambios en su vida.
Se quitó los zapatos y se alzó sobre la pequeña báscula, la flecha se desperezó y, después de alguna duda, se encaprichó de unos dígitos.
No, no había engordado. Su marido no tenía razón.
Dejó caer el bote de las pastillas. Una lluvia de pequeñas píldoras rosáceas se esparció por las baldosas cuadriculadas.
Una alfombra de sueño a sus pies. 
Una ofrenda.
Era lunes y comenzaba la primavera. La primavera era de color azul. Como su blusa.

Llevaba una mirada limpia cuando salió a la calle.
Y olía a lilas.


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