Vi el vestido en una revista y me gustó. Mi madre buscó la tela. Lo estrené un viernes para ir al médico. A Pontones. Era la primera vez que iba sola. Solo era para pedir una receta de vitaminas. En la sala de espera, cuando levantaba la vista del libro que estaba leyendo, me encontraba con la mirada de aquel hombre. No sé qué edad tendría, para mis catorce años, me resultaba muy mayor. Él me había dado la vez. Cuando salió de la consulta entré yo.
jueves, 27 de febrero de 2025
Mi vestido de flores
martes, 25 de febrero de 2025
Contigo
Sigo mirando álbumes envueltos en papel de seda de tiempos pasados. Sigo enredada en el recuerdo de mi madre. En esta etapa de nostalgias e impotencias.
En todas las fotos, ella mirando a mi padre. Enamorada. Él, tan guapo, ella, tan entregada, tan sabia. Mi padre, con su pelo oscuro y rizado, con aquellas canas bonitas al final de su vida, con una boca carnosa y amable que, por fortuna, han heredado mis hijos y nietos. Con un don innato para gustar a todos. Tan entregada, digo. Cuando mi padre murió ella tomó el testigo. No era débil, ni sumisa, nunca lo fue. Simplemente quería que su marido brillara con la luz de los dos.
sábado, 22 de febrero de 2025
Domingo en el carrusel
“A veces la infancia me envía una tarjeta postal”
miércoles, 12 de febrero de 2025
De inviernos y cicatrices
La foto tiene la fecha al lado, 1970. Verano.
lunes, 10 de febrero de 2025
Décimas con fiebre
Acaban de llegar. Unos poemarios guapos.
domingo, 9 de febrero de 2025
Niña sin nombre
En todas las fotos que me hicieron montada en mi bicicleta, tengo cara de pocos amigos. Esta foto está fechada en domingo. Y parezco realmente enfadada. Por la bici y por el moño. A mi me gustaban mis trenzas, y los domingos mi madre se empeñaba en hacerme un moño. Y, además, seguía odiando montar en bici. El chaleco era granate, como la falda tableada. Esa mañana me acompañaba mi tía. Quiso bajar conmigo después del susto de la semana anterior. Mi tercer encuentro con la muerte. El primero, ya lo conté, el padre de mis maestras; el segundo, mi amiga del circo, que se fue tan callando. Pero éste, no he logrado olvidarlo nunca, porque ocurrió delante de mi incredulidad.
jueves, 6 de febrero de 2025
La Rosa de los Vientos
Mi primer contacto con la muerte fue demasiado pronto, aunque no lo viví como tal; yo estaba sentada en el portal de mi casa, en el suelo había, hay, porque fui a visitarla no hace mucho, un dibujo grande de una rosa de los vientos. Aún no sabía qué significaba aquel dibujo, pero siempre me detenía en él, me gustaba pisar todas sus puntas y, creo recordar ahora, que los diferentes vientos, airecillos traviesos, me descolocaban las trenzas y los enormes lazos que me colocaba mi madre.
martes, 4 de febrero de 2025
A la manera de mayo y su cuchillo
Hoy se celebra el Día Mundial contra el cáncer.
La escribí con motivo de mis bodas de plata con aquel maremoto que transformó mi vida. Que me hizo sentarme al borde del camino y mirar hacia otro lado. Fue en mayo y fue dolor. Fue asombro y fue un cambio de planes y de deseos.
La novela ha ayudado, está ayudando, a mujeres en ese trance. Y yo estoy contenta con haberme desnudado en ella.
Así empieza A la manera de mayo y su cuchillo:
"27 de septiembre de 1997
Sábado
Mañana es mi cumpleaños. Cumplo cuarenta y cuatro. Estoy guapa.
Tengo tres hijos, dos chicos, de veintiuno y diecinueve años y una niña de ocho.
Dirijo una tienda en una localidad cercana. Concretamente un videoclub. En ratos libres hago seguros para una correduría. A puerta fría. Me divierte. Se me da bien.
Me veo todas las películas que puedo, o sea casi todas las que entran en mi negocio.
Estoy casada y tengo un perro que se llama Haro.
No paro en todo el día, entre la intendencia de la casa, los dos viajes al video-club, los seguros, los cambios de películas y el horroroso horario de tienda; mis tres hijos, la compra, las comidas, los problemas cotidianos.
Mi marido viaja mucho. Estoy sola.
Tengo un Citroën BX rojo.
Mañana es mi cumpleaños.
Son las tres de la tarde, o las quince horas, da igual, el caso es que mientras espero el ascensor para subir a casa, con dos bolsas llenas de comida, que he dejado en el suelo para darme un respiro, me da por tocarme las tetas y noto un bulto en el pecho izquierdo.
Y ahí comenzó todo".
(Las dos palabras más bonitas del mundo no son Te quiero, sino Es benigno)
sábado, 1 de febrero de 2025
A.B.C.
Un fin de semana me fui a casa de unos tíos. De fiesta con mis primos. Me presentaron a sus amigos. Quedábamos en un parque cercano. No hacía frío ni calor, a los dieciséis años se mezclan, alrededor de tu cuerpo, todas las temperaturas del mundo y llegan a tu piel con un aire calmo y excitante. Como de perpetua primavera. Un chico, creo que se llamaba Carlos, llegaba siempre el último y con un bocadillo de salchichón en la mano. Al rato, apenas había dado un par de bocados, se comía el embutido y le daba una patada al pan.